Paseo cuesta arriba
Fecha: 20/06/2023,
Categorías:
Fetichismo
Autor: AGinger, Fuente: CuentoRelatos
Ser fetichista de pies es algo de lo que me siento realmente agradecido, a todos nos gustan las vaginas, los pechos y los culos de las féminas, de manera diferente eso sí, al igual que con los pies, cada fetichista tiene sus preferencias.
Lo bueno de esta atracción es lo interesante que se pone en verano, cuando chicas y mujeres desnudan sus extremidades al sol, con o sin tacones logran alegrar mi vista, hacer que un simple paseo por el centro de mi ciudad se transforme en un ir y venir de pies desnudos. Miro cada uno de los que creo pueden merecer la pena, algunos decepcionan, otros logran hacerme poner las manos en los bolsillos para disimular ante el público que he entrado en estado eréctil y que tengo en mi memoria cantidad de material fresco para masturbarme cuando llegue a casa. En cierto modo, me siento sucio, la mayoría de las chicas seguramente vayan con el pie descubierto de manera inocente, sin tener conciencia de que esa parte de su cuerpo hace a mi corazón batear más deprisa e intensamente para así impulsar la sangre que debe dirigirse a mi tejido eréctil.
El fetichismo llega hasta tal punto que un día me vi persiguiendo a una chica en busca de aquello que dejaba ver su calzado. Quizás “persiguiendo” no sea la palabra, sino más bien estaba asistiendo a un caluroso concierto de rock, en primera fila, con una visión constante del show que me permitía apreciar cada detalle, puro espectáculo. Y es que nunca vi un caminar así, cada paso que aquella chica daba ...
... rebosaba sensualidad. No recuerdo cómo iba vestida, ni el color de su cabello, tampoco sabría decir si avisó como le observaba. Solo retengo en mi memoria sus sandalias de verano color violeta, limpias, de suela delgada y con un solo punto de agarre, una delgada goma que cruzaba el calzado transversalmente en su sección frontal, siendo elemento imprescindible para que al realizar el pie el movimiento típico del andar, este arrastrara consigo la sandalia y esta se mantuviera aferrada a él, eso sí, de una manera sutil, vacilante, como si dudará de su relación con aquella parte del cuerpo. A cada paso que aquella chica daba la parte trasera de su calzado se separaba holgadamente del talón de su pie y parte del cuerpo de este, hasta justo antes de los dedos. Alcanzada la altura máxima del movimiento la sandalia, nuevamente, se agarraba a la suela del pie, rápido, hasta el momento de impactar contra el suelo, cuando la presión entre ambos entes era máxima, como el sexo después de una discusión de pareja, algo desgarrador, realmente intenso y apasionado, precedido de un momento de distanciamiento y olvido que más que herir, lo que hace es exaltar los sentimientos, la necesidad carnal, todo ello a través de un pequeño titubeo, un falso distanciamiento que busca el anhelo.
En todo caso, para mí ese momento de distanciamiento era lo que realmente me atraía, sintiéndose aquella añoranza no solo entre el pie y la prenda, sino también en mi ser de tan intenso que resultaba, y es que era ...