Ama Sandra (Cap. 4) - Relatos Eróticos

Ama Sandra (Cap. 4)

... piden una felación, la darás adorando la verga del hombre que la pida, y pobre de ti donde reciba una queja de alguien porque no hayas obedecido lo que se te ordene. La perra que aún se mantenía adorándole los pies a la Emperatriz solo respondió con un tono bajo de voz “si Majestad como usted ordene, yo solo existo para atender sus deseos y caprichos cuando usted así lo mande.

Ama Sandra le ordenó retirarse para que fuera a comprar su uniforme de criada francesa con la advertencia que la falda debía dejar descubierta la mitad de las nalgas y con un escote bastante exagerado que diera acceso visual a sus melones, la esclava dijo “si Ama, sin ningún problema” y dicho eso se retiró para comprar su nueva indumentaria que usaría por las tardes.

Una vez que se retiró la perra coordinadora, Ama Sandra ordenó le llevaran a la brevedad su cena la cual no tardó mucho en llegar, ya que si tardaban más tiempo de lo estipulado serían acreedoras a un castigo ejemplar. Ama Sandra ordenó a lambi le sirviera como mesita de servicio mientras que su dueña degustaba sus alimentos, mientras que otra de las perras ...

... debía abanicarle suave y delicadamente para mantenerla fresca pero sin tener las molestias de llegar a ser una molestia tanto viento, debía ser exactamente el punto medio.

Su Majestad terminó de cenar y decidió mantener en la misma postura a sus dos perras con la única diferencia que lambi pasaría a servir de descansa pies. Cerca de las once de la noche Ama Sandra decidió retirarse ir a dormir, sin embargo las esclavas debían quedarse a limpiar y lavar la loza utilizada antes d poderse retirar a sus respectivas jaulas sin importar si dormían unas horas o solo un minuto, lo importante era tener complacida a su dueña las 24 horas del día.

A la mañana siguiente y como cada mañana las esclavas repetían su rutina ya más que memorizada y cuando fue hora de despertar a la Emperatriz, y lambi fuera a besarle y lamerle suavemente los pies y la otra esclava para bañarla, Ama Sandra ordenó que apenas sus choferes pasaran para llevarla al campus ella debía dirigirse a cumplir sus tareas en la oficina y esperar a ser relevada por la coordinadora por la tarde. Lambi acató la disposición tal cual se le ordenó.