La profesional
Fecha: 11/07/2023,
Categorías:
Hetero
Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos
En una habitación muy amplia, Sergio está desnudo tumbado en la cama, apoyado sobre la almohada. Observaba toda la estancia decorada con gusto minimalista, paredes blancas y muebles en madera de ébano. A la derecha, la pared la domina un Miró original. A la izquierda un armario vestidor está ahora vacío pero ha albergado ropas por valor de 100.000 $. Frente a él un gran ventanal con las cortinas abiertas permiten ver todas las luces y neones que iluminan Manhattan. Éste ático en el corazón de la capital del mundo ha sido su hogar los últimos siete años.
De repente la puerta del baño, camuflada junto al Miró, se abre y aparece Lourleen. Era una espectacular mujer negra de metro ochenta de altura con un cuerpo de top model. Tenía una cara redonda con el pelo corto y flequillo. Unos ojos verdes enormes. Sus labios gruesos y más oscuros que el resto de la piel delimitaban una boca grande dónde una perfecta dentadura blanquísima le había llevado a protagonizar un anuncio de dentífrico. Un cuello esbelto, unos hombros redondeados, unos pechos muy grandes de los que sobresalían unos pezones gruesos y negros. Su vientre era plano y su cintura se estrechaba hasta la perfección. Un prominente monte de Venus rasurado daba paso a unos labios carnosos que escondían un clítoris tremendamente grande. Sus glúteos poderosos y firmes se apoyaban en unas piernas largas y perfectamente moldeadas. Sus manos eran preciosas y su piel de ébano era suave como la seda. Lentamente, casi ...
... desfilando por la pasarela, colocando un pie delante de otro, lo que provocaba un sensual movimiento de cadera, se aproximaba a él que le esperaba con una enorme erección.
Un tipo como él podría tener a cualquier mujer, tan solo tendría que ir a un local de moda y, como más de una vez había hecho años antes, “camelar” a alguna chica dispuesta a pasar un buen rato con un apuesto broker de Wall Street. Pero esta noche quería otra cosa, algo más prohibido.
La última vez que había pagado por sexo había sido en Barcelona, después de la final olímpica de baloncesto con sus amigos hacía dieciséis años. La chica se hacía llamar Gigi y ellos eran cinco niñatos veinteañeros que no habían visto nada parecido en sus vidas. Por supuesto aquello les salió mucho más barato que el servicio que había contratado esta noche. Hoy, desde la perspectiva que dan los años y el dinero, recordaba aquel local barcelonés como un antro donde, como bien dice Sabina en una canción, “...el desamparo y la humedad comparten colchón...”.
Lourleen se arrodilla ante él y comienza a chupársela. Engulléndola sin esfuerzo hasta la campanilla antes de comenzar a subir lentamente mirándole con sus ojos de gata y cara de vicio. Sergio subió sus brazos por encima de su cabeza colocando la nuca entre las manos cruzadas dispuesto a disfrutar de la ardiente boca de la profesional. La chica estuvo mamando a conciencia durante un rato. Después comenzó a subir desde su pubis, besando su escultural torso, hasta colocar sus ...