1. Entregadas a sus instintos


    Fecha: 21/07/2023, Categorías: Lesbianas Autor: subtitulados, Fuente: CuentoRelatos

    ... esfuerzo y me arrodillé a sus pies de modo que nos encontramos cara a cara.
    
    La veía de muy cerca y observaba, como a través de una pantalla, aquel rostro en el cual comenzaban a dibujarse unos rasgos intensamente sensuales que me atrajeron: su boca carnosa despedía una atractiva sensación de deseo por lo prohibido, sin tabúes; en torno a aquellos ojos, que respondían como un espejo, descubría un mundo que nunca había advertido, los bordes fascinantes de un espacio nuevo.
    
    Comencé entonces a besarla, mientras ella me acariciaba tiernamente la cabeza; era una boca más suave que las que había besado antes.
    
    Me animé a palparle los pechos, de una piel fresca y tensa, coronados por dos endurecidos pezones, luego me emprendí en bajarle la única diminuta prenda íntima que le quedaba puesta y cubría su velloso pubis.
    
    Esta se enrolló a lo largo de las esculturales piernas, increíblemente, había cometido la nunca pensada osadía de dejar desnuda a otra mujer y, ¡estaba excitada! Me detuve inhibida por aquel pensamiento y esperando alguna respuesta de mi amiga; si esta se reía y acababa el asunto, me aliviaría dejarlo por terminado allí; pero si, en cambio, daba muestras de querer continuar, también estaba dispuesta a hacerlo.
    
    “Vamos a llegar muy lejos” me susurró Diana al oído.
    
    Entonces me sentí caer de espaldas sobre la cama, unos dedos ágiles hurgaron el botón y el cierre de mi vaquero, e hicieron que este corriera luego hacia el piso; lo mismo pasó con mi blusa y mi ...
    ... ropa interior.
    
    Cerré los ojos y percibí el tacto que me rozaba los pezones con una suavidad morbosa en la cual se translucía el carácter de Diana, mis dos senos fueron recorridos lentamente, luego el vientre al tiempo que nuestras bocas se juntaban, ahora en un provocativo y lanzado beso de lengua.
    
    La mano que ahora me acariciaba la cintura, buscó mi sexo ya húmedo y, sin pudor, se hundió en la mata separando mis labios vaginales y encontrando un palpitante clítoris que ya a estas alturas deseaba ser acariciado. "¡Dios mío...!", pensé yo que nunca había estado segura de la existencia de Dios.
    
    D: Dices que querías un hombre, ¡si yo te tengo así!
    
    S: ¡Uhm! ¡No digas más!
    
    En el sopor eran las únicas palabras que encontraba mi mente confusa, y me despedí en un instante de otra posibilidad que no fuera la de sentir el momento increíblemente intenso que estaba viviendo.
    
    No quería pensar, sólo sentir; intuía que, cuando un cuerpo sintoniza con otro, cualquier discurso del intelecto desaparece como una pompa de jabón.
    
    Los dedos inquietos y diestros de Diana hurgaban en mi intimidad al tiempo que sentía ir perdiendo contacto con la realidad; hasta que mi propia humedad se confundió con otra; miré hacia abajo en un momento de vuelta en mí, y no pudo dar crédito a lo que veía: ¡mi amiga hundía su cabeza entre mis piernas! ¡Lo que ahora sentía era la lengua que jugaba con mi clítoris de una manera que nunca un hombre lo hubiera llegado a hacer!
    
    S; ¡Ah uhm, uf!
    
    D: ...
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