El regalo
Fecha: 02/08/2023,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... los encontró. Me quite la bata y el tanga y empecé a ponérmelos. Eran negros.
-Ana. Me van perfectos y son de los caros tienen un tacto increíble.
-Lara. Yo te confieso que si alguna prenda me pone un poco cachonda son los pantis desde luego.
-Ana. Bueno a mí los tangas lo confieso, pero los pantis me encantan también.
Nos reímos y Lara se puso a buscar algo mas para mí. Nuestra confianza mutua seguía aumentando. Lara me dio una chaqueta de punto con motivos navideños, a ella le hubiese quedado por la cintura pero a mí me hacía de vestido y ya no necesitaba nada más.
Cuando bajamos a la cocina nos dimos cuenta de que casi era hora de comer y no de desayunar. Las dos teníamos hambre y decidimos preparar unas tortillas francesas y una pequeña ensalada. Yo me ocupé de la ensalada y Lara empezó a preparar la tortilla. Ella junto a la encimera, casi dándome la espalda, y yo en la mesa de la cocina. Su cuerpo se cimbreaba ligeramente al batir los huevos, su enorme culo daba más campana a la falda del que esta ya tenía y sus nalgas se notaban dentro moviéndose como flanes. Yo paré mi trabajo y la observe descaradamente. Ella notó mi mirada pero no dijo nada, paró un momento y se subió un poco más la falda en la cintura dejando sus muslos mucho más a la vista, siguió batiendo los huevos y me hablo con voz suave.
-Lara. Podrías acercarte y subirme un poco los pantis, yo tengo las manos llenas de huevo.
Yo me acerqué a ella, sus manos estaban limpias. Le ...
... levanté la falda, vi que no llevaba nada debajo de los pantis, no había nada que subir, estaban perfectamente ajustados, eran como una segunda piel. Separe mis manos lo suficiente para abarcar sus caderas y las apreté fuerte con las palmas de mis manos. Apreté mi cuerpo contra el suyo, ella seguía con los huevos aunque su respiración se volvió larga y profunda. Subí su chaqueta y bese su espalda, una de mis manos pasó de la cadera a su nalga y con la otra acaricie su vientre, yo me pegaba a ella todo lo que podía casi la estrujaba. En ningún momento me rechazó, pero me pidió tranquilidad susurrando.
-Lara. Tranquila, tranquila, no tengas prisa.
-Ana. Pero Leo podría volver en cualquier momento.
-Lara. No te preocupes, Leo no va a volver, la conozco.
-Ana. Como lo sabes, te lo ha dicho ella?
-Lara. No pero es mi hija, a veces yo sé antes que ella lo que va a hacer.
Seguimos un momento abrazadas susurrando mientras la tormenta arreciaba y el agua golpeaba los ventanales de la cocina. Ahora sí que parecíamos aisladas del resto del mundo.
Lara se giró y nuestras lenguas se anudaron. Estuvimos besándonos unos minutos, yo no podía creerme que fuésemos a follar, lo que había empezado como una fantasía se estaba convirtiendo en realidad. Algunas veces me habían gustado madres de mis amigas pero con un tipazo así jamás. No podíamos parar, nos comíamos la boca y nos metíamos mano, yo le suplicaba a Lara irnos a la cama, pero ella me pedía tranquilidad. Nos separamos y ...