1. El regalo


    Fecha: 06/09/2023, Categorías: Lesbianas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... sin correrse. Yo me había puesto a cien. Cuando su madre debía estar ya en la cocina por fin llegó al orgasmo. Tuve que taparle la boca con mi mano o se la hubiese oído en Lisboa . Se le doblaron las rodillas y rozando su espalda contra los azulejos se acurruco en el plato de la ducha. Besaba mis rodillas y se apretaba contra mi pierna como un perrito. Susurraba gracias repetidamente, yo me sentía orgullosa y agachándome le susurre: a que ningún hombre te hace las pajas como yo. La ayudé a levantarse y salimos rápidamente de la ducha . Se nos había olvidado subir a por ropa limpia así que salimos del baño solo con una toalla . Lara se acercaba al salón en ese momento porque ya empezaba a dudar de que estuviésemos en casa. Reaccionó con aparente normalidad al vernos medio desnudas. Con mi toalla o me tapaba el culo o las tetas. Lara iba a la azotea del tercer piso para ver si el calor nos permitiría comer allí. Nosotras también subíamos. Esta vez fui yo la que le puse a mi madurita el culo delante de su cara al subir. Fue solo una planta pero quería que me lo viese, estaba bastante blanco después del invierno pero así parecía aún mayor, me subí la toalla hasta las axilas y dejé que mi culazo fuese el protagonista. Leo subía delante de mí con el culo al aire también, que bien me lo estaba pasando, yo empezaba a fantasear con la idea de que la madre de Leo fuese al menos la mitad de guarra que su hija. Pero de momento era solo eso, una fantasía. Lara decidió que hacía ...
    ... demasiado calor en la azotea y bajó para poner la mesa en la cocina. Leo y yo estuvimos un rato en mi habitación buscando algo que ponernos.
    
    -Leo. Debes estar muy caliente. Siento no haber tenido tiempo de ocuparme de ti.
    
    -Ana. Me ganas dos a cero hoy.
    
    -Leo. Ya tendrás tiempo de empatar.
    
    Bajamos a comer y nos prometimos que era el último día que no ayudábamos con la casa. Aunque Fátima aún volvería al día siguiente, Lara se mostró agradecida y nos ofreció vino para comer, las dos preferimos agua, quizás en la cena, dije yo y Leo asintió. Lara se había cambiado también y llevaba un vestido estampado con flores por encima de la rodilla. La tela era súper ligera, quizás tul o algo parecido y muy transparente. Se veía perfectamente su tanga amarillo, muy bonito pero minúsculo. Aquel enorme melocotón seguía llamando mi atención, hipnotizándome, no podía dejar de mirar aquellas nalgas. Intenté llevar la conversación hacia el tema de nuestras medidas, quería saber si ella se había medido el contorno del culo, pero no funcionó. Solo yo me lo había medido. Me sentí infantil. Pero estaba tan caliente...
    
    Estuvimos charlando un buen rato, seguíamos en la cocina donde corría una brisa que mitigaba un poco el tremendo calor. Todo lo que teníamos que hacer era cuidar que las ventanas se mantuviesen abiertas sin golpearse para refrescar la casa. Leo y yo estábamos en tanga, yo llevaba una blusa que solo me llegaba a la cintura, sin sujetador. Leo tanga también y un top sin tirantes ...
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