Aquel tanga azul oscuro
Fecha: 08/09/2023,
Categorías:
Hetero
Autor: Legasex, Fuente: CuentoRelatos
Aquella noche era distinta a otras noches porque había luna llena. Estábamos en el campo, en una casa rural. El aire que olía a bosque húmedo, animaba a los dos cuerpos tendidos en un colchón, en el suelo, mirando distraídamente a la televisión, a quitarse la ropa.
Otra vez la misma película, los mismos anuncios... Ella, muy despacio, se levantó a por otras cervezas. Yo le dediqué un amago de sonrisa y me sorprendí imaginándomela sin más ropa que un tanga azul oscuro y aquel culito redondo que tanto deseo provoca en mí. Una camisa larga semitransparente dejaba asomar unas piernas ágiles, que ahora se movían perezosas esforzándose por alcanzar el firme suelo y avanzar hasta la cocina. Daba vértigo verla moverse así.
Ella entró a la cocina. Yo, casi sin querer, comencé a desabrocharme los vaqueros. Era la única ropa, además de la interior, que llevaba puesta. Noté cómo mis manos iban separando cada botón de su ojal, y deseaba que fueran las manos de ella. Sentí una erección repentina que incluso dolía. Parte de mi decía que "No podría hacerle esto", me repetía mientras me acariciaba cada vez más desesperado y más loco de deseo por ella.
La había invitado a mi casa con la excusa de enseñarle los últimos trabajos que había terminado. Ni yo mismo comprendía porqué lo había hecho. Ahora no tenía remedio. La sangre me palpitaba por las venas de mi miembro, por todo mi cuerpo, y sólo la piel de ella me tranquilizaría, o me haría perder la razón.
Ella volvió con ...
... otras dos cervezas más, quizás lo que yo necesitaba para reaccionar. Me ofreció la cerveza y yo bebí con ansiedad. Ella, sin darle importancia a los ojos crispados por ver más allá de su breve ropa, se sentó a mi lado. Yo la observaba, silencioso, ardiente... Mi respiración se cortó cuando ella, con más erotismo del que yo podía soportar, deslizó su boca hasta el principio de la botella y con esa dulzura que la caracteriza bebió unos tragos.
Entonces reparó en mis pantalones, entreabiertos, sugerentes, con el bulto de mi miembro hinchado de deseo, luchando por salir. Instintivamente sonrojó. Levantó la vista y se encontró con mis ojos, mirando, goloso, sus piernas, tumbado de lado. Ella se tumbó también y como ofreciéndome los pechos que parecían pedirle a gritos mordiscos y besos. No sabía muy bien porqué la había invitado, y ahora estaba allí, tumbada a mi lado, mordiéndose con lascivia el labio inferior mientras su mirada recorría la abertura de mis vaqueros.
Sin saber cómo lo hice, empecé a acariciarla el muslo, subiendo poco a poco, muy poco a poco, su camiseta larga y ancha. Tropecé con su tanga. Ella se tumbó bocarriba, suavemente, y abrió las piernas. Deslicé mi dedo índice dentro de ella, y sentí cómo temblaba. Ella suspiró de placer y relajó todo su cuerpo, dejándose invadir por los estremecimientos que la estaba produciendo. Con la otra mano, arranque su tanga, que era tal y como había imaginado, y la acaricie desde los pies a los muslos con la yema de mis ...