Un chalet en la serranía
Fecha: 30/06/2018,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos
... sé, aburrido... lee demasiadas novelas, no sé"; "Se parece a su padre", dijo jovial Roberto, "las mata callando, por cierto, ¿dónde está?, el café se enfría, ¡Bruno!"; "Aquí estoy, papá, perdón por el retraso, estaba ordenando apuntes", dijo Bruno; "Vale, hijo, vale."
Los tres devoraban las tostadas que les iba sirviendo Carmen en la mesa, acompañando de vez en cuando con un sorbo de café o zumo. A Bruno no le pasaban desapercibidos las caricias que Eliana dedicaba a Roberto bajo la mesa con sus pies descalzos, pues a veces ésta confundía las extremidades. Aun así, Bruno se sentía cómodo y terminó de desayunar enseguida; se levantó de la mesa arrastrando la silla y fue a dejar su vajilla y cubiertos al fregadero. Eliana lo siguió y, cuando lo tuvo cerca, le susurró una frase: "Anoche no pasó nada". No, anoche no pasó nada, sólo lo que tenía que pasar.
A menudo, Bruno, al volver de clase, pasaba junto a la puerta del dormitorio de su padre y Eliana. Los oía follar. Los resuellos roncos de su padre se mezclaban con los agudos gemidos de Eliana; y Bruno se refugiaba en su novela:
"Se folló a su prima una tarde serena. Los jilgueros entonaban sus últimas melodías cuando vio a su prima avanzar en dirección a la hamaca donde se había recostado junto a la piscina. Ella llevaba puesta una bata de una tela ligera y opaca atada por la cintura. "Primo", le dijo, "nunca lo he hecho con un hombre". Y en un abrir y cerrar de ojos se quitó la bata dejando su bello cuerpo a la vista ...
... y se sentó sobre el regazo de su primo; con hábiles manos le desató la cuerda del bañador y se lo bajó hasta quedar su pene libre. Después dijo: "Primo, fóllame". Fue una deliciosa follada: su prima se estremecía de placer en cada arremetida suya, gritaba contenta, pedía más, más, y él le daba, le daba"...
Bruno desvió la mirada del libro y contempló a través de las ventanas las montañas azuladas cubiertas de bosques.
Sonó el timbre.
Carmen estaba en el cuarto trastero acomodada sobre un viejo diván. Llevaba la camisa del uniforme completamente desabrochada porque Pablo, el jardinero, inclinado sobre ella, estaba saboreando sus grandes tetas; el bigote canoso de Pablo se deslizaba por los pliegues de sus exuberantes sernos blancuzcos y lo dientes amarillentos capturaban sus morenos pezones. "Pablo, para", murmuró Carmen, "la puerta"; "Ah, Carmen, qué buena estás, ¿cuándo haremos el amor?", murmuró Pablo a su vez; "¡Carmen!", se oyó la sorda llamada de Eliana; "Pablo, venga, sabes que hasta que no nos casemos no haremos el amor, soy una mujer recatada, venga, luego te hago una paja, me llaman", explicó Carmen; volvió a sonar el timbre; "¡Carmen!", gritó Eliana; "¡Voy, señora!", gritó Carmen: "Carmen, Carmen", musitó el jardinero dando besos corridos sobre las tetas de la sirvienta; "Pablo", regañó Carmen, y se levantó, se abrochó la camisa y salió del cuarto.
"Solo, sentado en el mullido sofá del saloncito del chalet, rodeado del irritante sonido de los lamentos y ...