Acoso Acuoso
Fecha: 12/09/2023,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
A pesar de que hace calor, sólo meto los pies en la piscina y el cambio de temperatura hace estremecerme un poco.
La mayoría del curso de natación ya está en el agua, haciendo estiramientos, pero prefiero saborear el sol en mi piel un poco más,
sentada en el bordillo y viendo mis pies sumergidos.
Pienso que quizá una parte de mí no quiere entrar hasta que él no llegue y siento una punzada de desazón si ni siquiera viniese a la clase de hoy.
Tenía tantas ganas de verlo…
Echo una ojeada discreta a la puerta de entrada y una descarga me recorre el cuerpo cuando le veo entrar, con prisas, soltando el macuto al montón
de ropa amontonada que hay en el banco junto a las duchas.
No puedo evitar seguirlo con la mirada, contenta de verlo aparecer y disipar así los miedos de tener que aguantar una clase de natación sin tenerlo cerca en toda la tarde.
He debido quedarme mirándolo mientras divagaba, porque por un segundo, veo que su mirada conecta con la mía. Es sólo un instante, pero lo suficiente para ruborizarme y tener que desviar la mirada apresuradamente.
Muerta de vergüenza, me dejo caer a la piscina y noto en cada centímetro de mi piel cómo el agua va refrescándome.
Saco la cabeza y tomo aire. Parpadeo para quitarme el agua de las pestañas mientras noto el peso de mi pelo mojado caer y pegarse a mis hombros.
Miro de reojo a la entrada, pero él ya está junto a las duchas, con la camiseta quitada, descalzo, cubierto sólo con ese bañador largo y ...
... ancho.
El brillo del pelo desaparece cuando le cae el chorro de la ducha y un reguero de agua comienza a bajarle por el cuello, recorriendo su pecho.
Cuando el agua llega al bañador, se oscurece y se le pega a la piel.
Nerviosa aún por el cruce de miradas anterior, decido dejar de mirar y evitar una nueva situación más embarazosa aún.
Poco después, escucho a mis espaldas el estruendo del agua cuando ha debido tirarse a la piscina y las ondas en la superficie no tardan en llegar, haciendo mecerme delante y detrás de manera casi imperceptible.
Una imagen viene a mi cabeza antes de que pueda reprimirla: en la cama, estoy de rodillas, desnuda, con las piernas separadas, echada hacia delante. Él, detrás de mí, me tiene cogida por los brazos, estirados hacia atrás mientras que me va meciendo de la misma manera que el agua, sólo que en la cama me embiste cada vez más fuerte.
Abro los ojos sorprendida, ¿qué me pasa? Estos pensamientos no son normales en mí.
Sin embargo, noto cómo sube la temperatura en mi cuerpo, especialmente entre mis muslos.
Intento pensar en otra cosa y concentrarme en los ejercicios.
Cuando después de un buen rato he conseguido desconectar y controlarme, la monitora nos dice que pasemos a la piscina poco profunda, para hacer algunos estiramientos de relajación.
Una vez allí, nos pide hacer grupos de 3 personas. Miro a mi alrededor, preocupada por no conocer a nadie, ¿y si me quedo sola?
Seguro que tengo esa suerte...
Pero para mi ...