Carta de anor - Relatos Eróticos

Carta de anor

... desenfrenada de hombre adicto al buen sexo, y, yo darte ánimos haciéndote saber cuan rico y sabroso lo haces, mueves tus caderas e impones el ritmo deseado, que me enloquece, y por consiguiente te digo lo feliz que estoy y te expreso sin temor y tomando valor que, soy  tuyo, sólo tuyo,  mi amado y deseado morochito, Juanito.


Además, que puedas acabar en un rico, sublime excitante,  exultante y rico grito de pasión de macho alfa en celo, abrazandome muy fuerte, atranyéndome a ti con tu gran fuerza de gravedad, llevas mi cuerpo hacia el tuyo, acabando con grandes cantidades de calcinante semen dentro de mí ardiente cuerpo, además de sentir esa, tú tibia y rica leche que emana de maravilloso, negro, grande, jugoso pene, de ese gran macho de ex8posición, ese hombre esperimentado y potente, que deja su huella indeleble dentro de todo mi ser.


Y, esta forma, sentir y ver como cae rendido ese, tú hermoso, cansado, sabroso,  potente, rico y sudado cuerpo moreno sexy sobre mi; y por fin, descansamos ...

... abrazados enredados, y, yo sintiendo dentro de mi, esa sudada, caliente, palpitante, fabulosa, grande e inolvidable verga, que está hace un rato atrás me hizo tan feliz, dejándola dentro de mi cuerpo también sudado, y dormirnos muy cansados, satisfechos y felices, sobre esa hermosa y desordenada, mullida cama, en ese dormitorio que nos acogió y nos llevó hasta las puertas del cielo, antes, durante y después de esa dura, deliciosa y rica faena sensual y sexual. Despierto primero y te veo con una linda sonrisa de niño malcriado, te digo en susurros eres maravilloso, quiero más. Y retomamos los juegos eróticos sin salir de la cama, te comienzo a tocar y a acariciar tu herramienta sexual, que al poco tiempo otra vez en mi boca toma su gran tamaño.

 Estamos cerca de una hora amándonos. Nuevamente acabas dentro de mi, como un verdadero burro o caballo, cosa que me gusta mucho, nos bañamos y me das mucho más amor bajo el agua, sintiendo nuestros cuerpos calientes mientras, cae esa mágica y tibia agua  que nos baña