1. Un viaje con mi suegro


    Fecha: 05/07/2018, Categorías: Sexo con Maduras Tabú Autor: Anitaslut44, Fuente: xHamster

    ... suegro, presentí esa tremenda sensación de ser una puta; de estar haciendo algo prohibido. Con esa excitación decidí que otra vez sería su hembra, su puta cogible…Ernesto me tomó de la cintura y me obligó a apoyar mis manos contra la pared, haciendo que mi culo se alzara en pompa. Volvió a meter sus dedos y me hizo acabar por segunda vez, aullando como una perra. Entonces me aferró por las caderas. Cuando me penetró sentí que llenaba toda mi concha, que las paredes vaginales se expandían, cada centímetro que entraba provocaba más gritos de placer.Sus manos se apoderaron de mis redondas tetas y las amasaron a placer, mientras pellizcaba suavemente mis pezones. Su ritmo fue incrementando; su pija entraba y salía con facilidad, gracias a la lubricación propia que me provocaba mi excitación.Sentía su glande llegar a fondo en cada embestida y yo le pedía que nunca dejara de cogerme así. A punto de acabar se inclinó sobre mi espalda y me susurró que yo era la mejor puta que jamás se había cogido. Ni siquiera mi suegra Ofelia era capaz de complacerlo de esa manera…Ahí exploté nuevamente y mis piernas otra vez se aflojaron. Ernesto se enderezó y continuó cogiéndome con toda su vitalidad. Me hacía levantar los pies del suelo en cada empujón y su verga me llegaba hasta el alma.Acabó de manera salvaje; sentí su semen caliente rebalsar de mi concha. Descansó unos segundos y comenzó a sacarla, pero le pedí que me la dejara adentro un poco más. Entonces hundió un dedo en mi vagina y se ...
    ... dedicó a acariciar mi clítoris inflamado.Luego de algunos besos de vicio, ambos nos vestimos y por fin emprendimos el viaje. Empezamos en silencio, pero de repente me preguntó si me sentía bien. Le respondí que me sentía una verdadera puta en sus brazos y que me preocupaba lo que él pudiera pensar de mí.Entonces me tranquilizó diciendo que el atrevido siempre había sido él y que yo sería su amante para siempre, como hasta ahora. Nadie pensaría mal y nadie se enteraría de lo nuestro.Acaricié su pierna, luego su bulto. Abrí la bragueta y me incliné sobre su regazo, sacando su verga dura. La lamí, la chupé, me la comí entera.Ernesto puso una de sus manos en mi nuca y me empujó hacia abajo, obligándome a tragarme toda su leche.A mitad de camino le dije que estaba hambrienta y entonces él se detuvo en una estación de servicio. Entonces le aclaré que tenía hambre, pero de su verga dura. Se rio a carcajadas y ambos nos movimos al asiento trasero. Allí me puso en cuatro y me cogió salvajemente otra vez. Acabé aullando como loca; pero estábamos a la sombra de unos árboles y, con los vidrios polarizados, nadie podía vernos desde afuera del auto.Finalmente llegamos a destino y nos reunimos con mi marido.Víctor estaba encantado de reencontrarme, pero también aliviado por haberse ahorrado el viaje.Su primer comentario después de abrazarme fue:“Grande mi viejo, me salvó del viaje… no te parece, amor?”“Sí… es un divino tu viejo…” Respondí sonriendo, mientras miraba alejarse el auto de Ernesto. ...