1. Deseo por un falo desconocido


    Fecha: 11/02/2022, Categorías: No Consentido Tus Relatos Autor: Farid Rezzed, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    Tengo 19 años y soy estudiante de preparatoria. Mido 1.60m, tengo caderas anchas, busto prominente y soy talla 36C. Reservada y timida. Solitaria. 
    
    Mi colegio se ubica sobre una avenida principal de mi colonia; sin embargo, no hay estaciones de metro suburbano ni sitios cercanos de taxis. El edificio queda a la vista de decenas de vehículos que circulan por la ciudad y decenas de comercios que abren sus puertas a las 9 de la mañana y cierran a las 18h. Pero el deseo y el sexo no tienen horario.
    
    La hora de entrada al colegio es a las 9 de la mañana, cuando ya hay gente caminando en dirección a sus negocios o cualquier lugar. El tránsito vehícular nunca se detiene. La gente viene y va perdida en sus pensamientos, igual que yo, el día que vi la verga de un desconocido y me mojé.
    
    Iba caminando hacia el instituto con mis audifonos puestos, la falda gris oxford escolar me quedaba arriba de la rodilla y mi playera blanca y sueter azul marino se señian a mi cuerpo. Mientras andaba, un automovil viejo color rojo se colocó a un costado de mi. Yo no me aparte, pues claramente vi que el conductor gestículaba algo con la boca. No tuve miedo porque había mucha gente en la calle, me sentía segura.
    
    Institintivamente me acerque un poco a la ventanilla para escuchar con claridad qué preguntaba el sujeto. El conductor era un señor de 50 o 55 años, con vellos canosos en la barba, barriga no tan prominente, pero sí notable; su expresión facial era de alegría. De placer. 
    
    De ...
    ... pronto, noté movimientos rápidos y violentos de uno de sus brazos, giré los ojos y le vi su rico pene. Sentí una pulsación en mi vulva y como me humedecía rápida y abundantemente. Disfruté con la mirada el brazo violento de ese macho que se movía de arriba hacia abajo ritmicamente, mientras de su puño semicerrado se asomaba la cabeza de su verga. Me puse cachonda.
    
    Mientras él se masturbaba, mi panocha palpitaba y se mojaba. Yo también estaba gozando verlo; sin embargo, no dije nada. Me quedé parada, viendolo y deseando montar esa verga deliciosa que era apretada por una mano que no era la mía.
    
    Estabamos los tres, en medio de la calle, rodeados de gente a plena luz de día, sin poder aliviarnos de placer. No sé cuánto tiempo estuvimos los dos, supongo que no fue mucho, quizá fueron unos segundos. Pero jamás olvidaré la mano de ese hombre apretando una verga que no pedí ver. Una verga gordita, cabezona y con vellos largos que pese al deseo entre mis piernas y las palpitaciones de mi panocha, finalmente me asustó.
    
    Sin previo aviso, él aceleró su auto y se alejó de mi sin dejar de masturbarse. Siguió su camino sin despedirse ni decir nada, me dejó sola con mi deseo juvenil y unas piernas temblorosas de placer y de espanto.
    
    Yo seguí caminando en dirección al instituto y pasé el resto del día con ganas de que me penetraran. Quería quitarme las ganas de sentir aquella verga de ese viejo y, al mismo tiempo, quería llorar. No hice ninguna de las dos cosas.
    
    Han pasado algunos ...
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