Mi suegra es una gorda uruguaya - Relatos Eróticos

Mi suegra es una gorda uruguaya

Desde que te conocí, me calentaste. Tu hija era una petisa gordita de buenas tetas, medio caídas, culito amable y una concha peluda sin mayores pretensiones. Veintipico de años y siempre dispuesta a coger  Compartíamos la misma casa. Yo no te caí bien desde el principio. Me lo demostrabas a menudo. Sin embargo, cuándo garchabamos con ella; yo la hacía gritar para que vos escuches. Dormías en la pieza contigua y fantaseaba que vos te pajeabas escuchándonos. Nelly, ese es tu nombre, es una gordita veterana, de unos 50 y tantos, tetas grandes, caderas amplias , culo gordo y una raja que se le marcaba en los pantalones. Tenía una cualidad, los pezones que intuía marrones, se le erectaban fácilmente. Fantaseaba día y noche con mi suegrita. Me calentaba, sobremanera, y no sabía como abordarla. Hurgaba en el tacho de la ropa sucia y me pajeaba con sus bombachudos. La muy puta no usaba tanga como su hija; sin embargo, su flujo me hacía parar la garcha y acaba en su bombacha sin reparos. Ella, comenzó a odiarme ni bien preñé a su hija, Amanda, y todo empeoró. Me trataba para el culo y, así, me excitaba más. Con la calentura del embarazo, con Amanda, culeabamos todos los santos días y a Nelly eso, entendía, la fastidiaba más. La gorda había sido muy cornuda por mi suegro y no soportaba que llenará a su hija de leche todos los putos días. Cada vez que cogíamos, pensaba, inevitablemente, en vos. Nos cruzabamos y te encajaba, de prepo, un medio beso para dejarte caliente. Desde aquel entonces, ya pasados veinte años, no hago más que masturbarme, pensando en tu argolla bien peluda con esa mata de pendejos blancos que sobrepasa los límites de tu bombacha grande, tus tetas caídas, tu pelambre en las axilas y soñando que de una vez por todas seas mía. Tu hija ya tiene los pelitos blancos, me remite a vos.