Sumisión
Fecha: 15/07/2018,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Entro en el hotel, saludo a la recepcionista con un leve movimiento de cabeza. Y me dirijo hacia el ascensor. Pulso el botón de la sexta planta.
He recibido un mensaje de ÉL, citándome en la habitación 625. Repaso el maquillaje y mi pelo, suelto tal y como lo desea EL. Llevo puesta la camisa blanca, sin sujetador, mis pezones están erizados, estremeciéndose con cada movimiento. Parecen que sepan hacia dónde se dirigen.
Me aliso las arrugas imaginarias de mi falda. Repaso mi móvil y no veo ningún mensaje nuevo, ninguna instrucción.
Me fijo en los números del ascensor que se van iluminando a medida que paso un piso tras otro. Mi corazón se aceleran al mismo ritmo. Mi respiración se acelera, y el ascensor se detiene.
Cojo fuerte el asa de mi bolso, y busco la habitación. El repiqueteo de mis tacones quedan amortiguados por una alfombra roja. La humedad de mi entrepierna crece a medida que se que me voy acercando a ÉL.
Cuando llego a la habitación la puerta está entornada, respiro profundamente y entro despacio. La luz está apagada, a pesar de ser de día, a penas se nota ya que las persianas están echadas. Cierro la puerta tras de mí, y noto que la habitación tiene muy pocos muebles, justo delante de mi hay una butaca y a pesar de estar oscuro, se que está sentado allí y me está mirando. Sigo el protocolo establecido, me desabrocho la camisa y la dejo en el suelo, me subo la falda hasta la cintura. Voy al baño, y a tientas cojo una toalla, me pondo delante de EL ...
... y estiro la toalla en el suelo. Me quito los tacones, me arrodillo encima de la toalla, apoyo el pecho en el suelo y estiro los brazos. Me gusta estar a su merced, en posición de inspección.
Estoy en el suelo, con una mezcla de sensaciones, feliz por estar a sus pies de nuevo, nerviosa por saber que me espera, muy puta, muy perra, me pone tremendamente en celo.
Pasados unos pocos minutos, que me parecen eternos, se levanta. Su respiración pausada, su andar meditado, sus actos estudiados…sabe perfectamente como tiene que moverse para ponerme cardíaca.
Da varias vueltas a mi alrededor, y se para en mi espalda. Me llega su olor, ese perfume tan varonil. Y recibo un azote con la mano abierta en mi trasero. Suelto la respiración, que no sabía que tenía contenida. El azote recibido me escuece, pero he de mantener la compostura.
-No te muevas. –Su voz grave, me hace estremecer.
Mis pezones sobresalen aun más, parecen que buscan a su Amo. No me había dado cuenta que me había movido. Recibo otro fuerte azote, ahora, en la otra nalga.
-¿Me has oído? –Dice mientras coge mi pelo de un puñado.
-Si mi Amo. –Notar su respiración en mi cuello, cerca de mi oreja hace que mis palabras salgan entrecortadas.
Sin soltarme el pelo me hace andar a gatas por la habitación, hasta llegar a la butaca dónde toma asiento. Coge a tientas un mando y pone una música relajante. De fondo se escucha, People Help the People. Afloja el puño soltando, despacio, mi pelo y acariciando mi ...