1. Afortunado


    Fecha: 17/07/2018, Categorías: Voyerismo Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... coqueto, infantil, claramente impostado. La diferencia de altura, le ha obligado a bajar la cabeza para susurrarle al oído lo bien que baila, lo guapa que está, las ganas que tiene de acariciarla. Lola sonríe juguetona, dejándole avanzar pero a pequeños pasos. Se dejará seducir pero no es una chica fácil.
    
    El tonteo sigue un rato hasta que el calor es insoportable. Él le propone salir a tomar el aire. Ella acepta, sabedora que fuera ya no habrá marcha atrás.
    
    Cruzan la pista agarrados de la cintura mientras el desconocido sigue adulándola. Salen al exterior, atraviesan una estrecha terraza menos concurrida que la pista de baile y se adentran en la playa. Ahora ya se están abrazando. Él camina de espaldas, ahora la voltea para que sea Lola la que ande sin ver. Trastavilla, pero los fuertes brazos del negro la sujetan. Ríe divertida, también excitada. Se miran a los ojos. Se besan. Los carnosos labios del hombre abrazan a los de mi esposa que responde entregada. Nota las poderosas manos del joven asiéndola de las nalgas suavemente.
    
    El beso dura una eternidad, tiempo suficiente para que ambas lenguas se conozcan, para que multitud de sabores se mezclen. Al separarse, sus miradas se comunican interrogantes. La respuesta es inmediata. Cogidos de la cintura de nuevo, ladeados, besándose cada pocos pasos, se encaminan hasta el final de la playa donde las rocas los cobijarán. Allí, en penumbra pero sin plena oscuridad, vuelven a besarse, más intensamente, más ansiosamente ...
    ... pues la primera muralla ya ha sido derribada. Mientras Lola toma del cuello a su próximamente amante, éste la aprieta contra sí tomándola de las nalgas. Le encanta sentir las potentes manos acariciándola suavemente.
    
    Es ella la primera en desabrochar un botón. Lleva una camisa clara, de lino. Cuando ha abierto varios ojales sus manos recorren el fibrado torso del hombre, sintiendo su fuerza. Él tampoco se ha quedado atrás. Le ha levantado el vestido, virginalmente blanco también, para acariciar directamente la tersa piel de sus perfectas nalgas. Los besos profundos continúan, hambrientos, pero mantenerlos se torna más difícil pues las respiraciones mutuas se están acelerando.
    
    Tal vez por ello, Lola separa los labios y le ofrece el cuello, que el hombre ataca con fiereza, recorriéndolo, arrancando suaves gemidos a la entregada mujer. Una mano ha abandonado la nalga para recorrer el pecho acariciándolo al principio, sobándolo a continuación. Los labios han descendido desde el cuello hasta el nacimiento del busto que pronto queda visible pues la mano que lo poseía ha bajado la tira del vestido y del sujetador. La lengua lo recorre, descendiendo con decisión, hasta que lame el pezón, lo muerde, lo chupa, lo engulle. Mi mujer gime, profundamente, mientras el negro mama como un niño de leche.
    
    La ha notado varias veces. Bailando, abrazados, rozándola. Ahora quiere tocarla, así que baja la mano derecha, la izquierda sigue acariciando su nuca, hasta notarla en toda su plenitud. ...
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