La reeducación de Areana (12)
Fecha: 23/07/2018,
Categorías:
Masturbación
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... los hombros, por las tetas, por los pezones que estaban ya duros y alzados. Los lamió y sorbió durante un rato, deleitándose con los jadeos de Amalia hasta que ésta giró y entonces la lengua de Milena se deslizó ávida y húmeda por la espalda, lentamente, hasta llegar a las nalgas y recorrerlas en su redonda totalidad y de pronto hundirse entre ambos cachetes mientras Amalia no cesaba de gemir y ronronear como un felino. Después de un rato, Milena hizo descender su lengua por ambos muslos, alternando uno y otro; esos muslos que eran como columnas mórbidas y bellamente torneadas. Amalia volvió a girar, cubierta de sudor caliente y excitadísima y dijo mientras encogía las piernas y separaba las rodillas:
-Haceme acabar, nena… Dame lengua en la concha hasta hacerme acabar…
Milena entrebrió entonces con sus dedos los labios vaginales externos y vio cómo el flujo manaba abundante entre ellos; lo saboreó, lo tragó todo y luego puso a trabajar a su lengua alternando el subir y bajar por ambos lados con lengüetazos al clítoris, que de vez en cuando encerraba entre sus labios y lo sorbía apasionadamente. Amalia gemía y jadeaba roncamente, con el pelo de Milena entre sus dedos, hasta que sus gemidos y jadeos se tranformaron en un grito largo y eyaculó en la boca de Milena, que tragó hasta la última gota de esa sustancia que saciaba su sed.
Tragó y tragó hasta que dijo, con su cabeza reposando sobre el vientre de Amalia:
-Por favor, señora… No puedo más… Estoy hirviendo… ...
... Por favor…
La dómina dejó pasar unos instantes, hasta recuperarse, y luego dijo mientras acariciaba la cabeza de su asistente:
-Te portaste muy bien, Milena… Tu lengua es maravillosa…
-Gracias, señora… Yo gozo mucho con usted… Ahora le ruego… le ruego que me haga acabar… No puedo más… ¡Se lo juro!...
-Te lo ganaste… Ponete en cuatro patas… -y una vez que la joven estuvo en esa posición Amalia se arrodilló detrás de ella y sin más le metió dos dedos en la concha, que era un río de jugos. Luego sacó esos dedos y embadurnó de flujo el orificio anal. Sin esfuerzo introdujo ambos dedos en el culo de Milena y con la otra mano se ocupó de la concha, penetrándola y estimulando el clítoris con el dedo pulgar, disfrutando al ver cómo la asistente se excitaba cada vez más.
-¿Te hago acabar, puta? –preguntó malévola.
-Por favor, señora… Sí… ¡Síiiiiiiiiiiiiiii!...
-Rogámelo… -exigió al tiempo que retiraba sus dedos del culo y la concha de la joven.
-¡Noooooooooooooo!... No, señora… por favor no… no me deje así… ¡Por favor!...
-Rogámelo, perra en celo…
-Se lo… se lo ruego, señora Amalia… ¡Se lo ruegoooooooooooooooooo!... –y morbosamente satisfecha, la dómina volvió a meter sus dedos de una y otra manos en la concha y en el culo de la pobre Milena, que segundos después se abismaba en un orgasmo violentísimo y prolongado acompañado por un alarido casi interminable.
Minutos después Amalia, ya repuesta, le ordenaba:
-Bueno, ya está, andate.
-Sí, señora… ...