Roger, mi esposa y yo - Relatos Eróticos

Roger, mi esposa y yo

... entendió y se puso de pie y para mi completo asombro inocentemente doblando sus piernas se inclino y acerco su pinga hacia el trasero de Adela que sobrecogiéndose por la impresión se quedo quieta por un segundo.

Roger en sus limitaciones no sabia y no sabia lo que tenia o quería hacer,. No te asustes, tranquila le dije mientras Roger pegado al trasero de Adela con su pinga sin buena dirección se perdió por debajo de su concha. Había que ayudarlo y era el momento de hacerlo.

Lo retire un poco con mis manos, tranquila Adela – dije – yo me encargo de todo. Quería que ya le metiera la pinga asi en esa posición pero Adela reacciono temerosa talvez diciendo – aun no, aun no, diciendo esto se puso de pie, yo hice lo mismo, quedamos parados los tres. mira, compara le dije Adela, mientras me colocaba junto a Roger, ella frente a los dos miro lo que tenia que mirar y claramente constato la gran diferencia, no dijo nada, tomándola por el brazo la jale hacia nosotros, ya teniéndola junto a nosotros toma sus dos manos, una la puse sobre mi pinga y otra sobre la de Roger, agarra sin temor le dije para darle confianza y termino con una pinga en cada mano, en la mía su mano se mostraba suficiente pero en la pinga de Roger parecía tan pequeñita. Que diferencia verdad? Las empezó a frotar suavemente mas mirándome a mi que a Roger, este casi boquiabierto se dejaba hacer sin poner ninguna resistencia, Adela parecía entrar en confianza conforme pasaba los minutos, se puso de rodilla sin ...

... que yo se lo pidiera y metió una vez mas su pinga en mi boca, sin soltar la pinga de Roger, la toma por la cabeza y me deleite sintiendo su boca chupando mi pinga, que en su escasa dimensión parecía reventar mientras como la mano de Adela frotaba con mas fuerza la pinga de Roger que parecía gemir mientras entreabría mas la boca, claro que estaba excitado y de seguro estaba disfrutando muy a su modo esta experiencia, mámaselo a Roger le dije, con la boca ocupada respondió negativamente con la cabeza, seria difícil convencerla de hacer algo asi por lo que no insistí mas

No le di tiempo para seguir mamándome, ansiaba demasiado ver lo que quería ver asi es que quite mi pinga de su boca. Diciéndola – te la voy a meter de una vez , ya no aguanto, sin darle tiempo a que se levantara me puse detrás y presionando sobre su espalda le dije que se pusiera en cuatro patas, en segundo ya estaba como quería, sin necesidad de arrodillarme flexionando las rodillas puse mi pinga en la entrada de su concha y de un solo empujón termino enterrado en la profundidad húmeda de su sexo sediento y mas caliente que nunca, se movió como acostumbraba mientras iniciaba su gemido calmado y callado, mmmmmmm assssiiiiiiií, asiiiiiiiiiii, meteme tu pinga, métemelo. – no cabía duda estaba por demás excitada y por otras experiencias vividas nada parecidas a este entendí que no se resistiría a nada que le pidiera o casi nada.

Talvez un minuto le metí y saque la pinga que rezumaba sus líquidos vaginales,- te ...