Desafío de galaxias (capitulo 51)
Fecha: 13/08/2018,
Categorías:
Gays
Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos
... les he consultado. La solución pasa por ella.
—¿Y mientras tanto?
—Aguantaremos el temporal como buenamente podamos. Como ya sabe, todos los centros sensibles están en máxima alerta, por las rutas comerciales las naves tienen que formar convoyes y la policía federal patrulla sin descanso por los sectores del 1 al 35. También hemos prohibido que las más altas personalidades viajen si no es estrictamente necesario, que por cierto, parece que a usted no le afecta.
—No pienso esconderme…
—Pues si le matan, lo único que conseguirá será agravar el problema. Usted es la otra pata que nos sustenta.
—No me regañes, te prometo que tomaremos todas las precauciones necesarias, además, la nave presidencial está muy armada y siempre viajamos con escoltas.
—Lo sé, lo sé, solo intento limitar las situaciones de peligro lo máximo posible.
—Estamos todos un poco tensos, está situación…
—¡Hay un ataque corsario en curso! — exclamó Hirell entrando en el despacho.
—¿En dónde? —preguntó Loewen saliendo rápidamente del despacho seguida por el presidente.
—A siete años luz del Grupo Estelar Max 923, en el Sector 34. Dos naves corsarias están atacando un convoy de ocho cargueros comerciales y un crucero de pasaje. En estos momentos continua el ataque.
—¿Hay naves federales cerca? —preguntó Loewen, aunque sabía la respuesta.
—De la flota no, pero hay cerca dos naves de patrulla de la Policía Federal, llegaran en una hora.
—Las naves han roto la formación y se ...
... dispersan.
—Las patrulleras de la policía no son rivales para las corsarias, —afirmó Loewen.
—Uno de los cargueros ha sido destruido.
Durante casi tres cuartos de hora, las dos naves corsarias persiguieron a sus victimas, hasta que, ante la proximidad de las patrulleras, prefirieron abrir vórtice y escapar. El resultado del ataque: cuatro cargueros destruidos, otros tres averiados; otro carguero y el de pasaje, lograron huir.
Tres días después del segundo ataque, Anahis despertó. Un par de días antes la habían retirado el respirador y la dolía, terriblemente la garganta irritada por el tubo. Desorientada, miró en todas direcciones, vio los tubitos del suero que se pinchaban en su brazo, y cuándo miró al otro lado la vio. Estaba sentada en la silla, a su lado, y sobre la cama, apoyaba los brazos y la cabeza mientras en la mano izquierda asía una tableta. Estaba profundamente dormida, y con la punta de los dedos la acaricio el pelo. Marisol se sobresaltó y se incorporó; se inclinó sobre ella y la beso en los labios.
—Mi amor, otra vez veo tus maravillosos ojos azules, —dijo con una sonrisa mientras apretaba el pulsador de llamada.
—¿Qué ha pasado? —pudo decir con un hilo de voz que parecía salir de lo más profundo de una caverna.
—Tranquila, procura no hablar mucho mi amor, —respondió mientras un médico y una enfermera entraban en la habitación. Marisol se retiró para dejarles trabajar mientras enjugaba las lágrimas con el dorso de la mano. Alguien, a su lado, ...