1. Deja Vu


    Fecha: 17/08/2018, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: khyra, Fuente: RelatosEróticos

    ... su cometido quizás ya más liberada y aún más excitada a medida que sus deditos jugaban con su propio sexo y con cada gemido de él alentando los suyos propios. El ambiente empezó a caldearse. El ardor se tornó impaciencia y cuando el ritmo de aquella increíble mamada estaba a punto de marcar el compás del final, él la hizo incorporarse y de un empellón la arrojó sobre la cama. A duras penas se quitó el resto de su ropa y se quedó desnudo finalmente. Se encaramó sobre ella decidido a ensartarla de una buena vez; fue cuando escuchó algo al oído que lo detuvo en seco. La miró con una extraña mezcla de ternura y sorpresa; y ahí recordó su eterna fantasía: la de tenerla sin apuro entre sus brazos sin importar el después. Estampó un beso casi inocuo en la frente de la chica y fue su turno de decirle algo ininteligible como en un susurro.
    
    Sus manos se adueñaron de aquellos pechos, tan deseados, tan imaginados, tan sustentadores de sus secretas pajas. Los acarició. Jugó con los rosados pezones, erguidos, hasta que su boca hambrienta se hizo un banquete con ellos. Su lengua que los recorría con parsimonia alternadamente, arrancaba gemidos suaves en ambos mientras que la mano experta atacaba la zona baja de la joven en perfecta y fatal sincronía. Primero el rocío, después el torrente y no se habían acabado los últimos estertores de aquel primer orgasmo cuando él se deslizó sobre ella y se ubicó entre sus piernas. Ella llevó sus manos hacia atrás buscando trabajosamente los barrotes ...
    ... de su propio lecho, se aferró a ellos con desesperación al sentir la lengua masculina transitando su intimidad. Indefensa y loca de deleite separó más sus piernas en claro gesto de abandono. La delicadeza de esos besos, la humedad que la empapaba, esa lengua que bordaba el deseo hasta crear las mejores filigranas, la hicieron gritar al final del camino. Se quedó en remanso por un segundo y abrió los ojos, lo vio a él frente a ella tomando una de sus manos, dirigiéndola a esa verga hermosa que impaciente quería abrirse paso en las profundidades de su vientre. Volvieron a sonar algunas suaves palabras y ella accedió, la tomó segura, despacio y la colocó en la entrada de su estrecha cuevita. Suspiró hondo y la sintió colarse. El hombre se detuvo al encontrar la ansiada resistencia, ella rodeó su cuello con sus brazos y un beso invasivo fue el disfraz del repentino dolor. De ese fuego en sus entrañas que parecía quemarla viva, de esa llama que de a poco se fue apagando, de ese curioso alivio, de esa rara dulzura, de ese raro placer, de ese torpe movimiento, de esa sincronía aprendida de golpe y por instinto. Volvió a derramarse y no le pareció extraño, fue más intenso, distinto y conocido a la vez. Estaba aletargada. Su razón no le respondía bien y solo los guturales sonidos masculinos le avisaron del final inminente desde la otra ribera. El invasor se retiró de ella repentinamente, su dueño lo ahorcó con una sola mano y el volcán de vida estalló sobre sus pechos. Aquel líquido ...