Las hermanas de mi novia III
Fecha: 17/08/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Xander_racer2014, Fuente: SexoSinTabues
... de ello. Fui alternando mi boca con mi mano para no dejar desatendido en ningún momento ninguna de sus tetas. Cuando creyó que ya estaba suficientemente excitada, me quitó la camiseta y me forzó a tumbarme de nuevo, bajándome también los pantalones. El calor de su boca en mi polla me trajo recuerdos, y me dí cuenta de que ya había echado de menos aquella sensación. No hizo nada nuevo que me sorprendiera, pero ello no quitaba que la chupara de 10. Mientras hacía su trabajo, podía ver como sus tetas colgaban y se rozaban con mis piernas (estaba a cuatro patas). No podía, no quería perderlas de vista. Tras unos minutos disfrutando de su boca en mi miembro. Se irguió y acercó su pubis al mío. Aprovechando su humedad con la saliva que había dejado tras la mamada, comenzó a rozarse y a gemir lentamente. Me fijé que esta vez, al estar solos en la casa, tendía a ser más ruidosa y no trataba de contener ningún sonido. El vaivén de su culo en sus ansias de rozarse con mi polla provocaba que sus tetas rebotaran ligeramente, de manera sistemática, lo cuál era un espectáculo maravilloso de ver. Poco a poco los dos íbamos adoptando la postura perfecta para que la penetrara, cosa que acabó ocurriendo. Estaba tan cachonda y lubricada que entró fácil, sin ninguna dificultad. Ana siguió moviéndose de la misma manera que antes de tenerme dentro de ella, por fuera no había diferencia pero en el interior todo había cambiado. Había encontrado el lugar exacto donde quería tener mi polla, y estaba ...
... dispuesta a disfrutar ese momento al máximo. Quizá si fuera otra chica le habría sugerido cambiar de postura, pero las vistas que me ofrecía eran impagables. Me pidió que le acariciara los pechos. Cuando lo hice empezó a gemir especialmente fuerte, sabía que le quedaba poco para llegar al orgasmo. Empezó a moverse más bruscamente, buscándolo. Sus tetas rebotaban con violencia. Probablemente le estaban causando molestias, pero estaba tan cachonda que por nada del mundo iba a parar. Su insistencia dio sus frutos. Cuando empezó a sentir que venía, sus gemidos se detuvieron y se convirtieron en suspiros y resoplos fuertes, mientras que se dibujaba una pequeña sonrisa en su rostro. Cuando se corrió, sus movimientos veloces e insistentes pasaron a ser lentos e intensos, rozando bien fuerte su clitoris con mi piel. Sentía como su vagina apretaba mi polla con sus espasmos de placer. Tras el éxtasis se derrumbó sobre mí, agotada. Respiraba fuertemente. Se apoyó con sus manos en mis hombros, me miró y dijo: -No pienso parar, quiero que me folles hasta que te corras. Aquellas palabras me dieron fuerzas para quitármela de encima, ponerla a cuatro patas y volver a metérsela. Tras haberse corrido, Ana adoptó la misma actitud que cuando le comí el coño en el aseo: la de chica inocente que asume que va a ser follada sin remedio. La embestí durante unos minutos. Durante ese tiempo me di cuenta de que le gustaba que le tirara del pelo, la hacía sentir sumisa. Ella comenzó a tocarse mientras la ...