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Betsabe y el jefe de su marido (1)
Fecha: 31/07/2022, Categorías: Infidelidad Tus Relatos Autor: Sei Shotakon, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
Betsabé y Deivis eran una pareja joven. De hecho, eran el unico matrimonio de aquella reunión de trabajo donde la conocimos. Ella era una mujer muy atractiva. Era de esperarse que muchos de la oficina se quedaran mirándola encantados. Sin embargo, fue el jefe quien no pudo ocultar su gran interés en la mujer de su empleado. -Es usted muy afortunado Deivis. -Sí, quien lo diría. Con lo calladito que es Deivis. Sus compañeros de trabajo sabían que Deivis era de familia cristiana. También la familia de Betsabé. Ambos se habían casado muy jóvenes, ya que Betsabé era rebelde y "demasiado intrépida" según sus padres. Lo mejor para ella era casarse pronto antes de que perdiera su castidad. -¿Hace cuánto están casados? -Unos meses -contestó Betsabé. -Cinco -precisó Deivis. Para la gente de la oficina era algo de otro mundo. Nadie estaba casado. Ni el jefe. -Ya nadie piensa en casarse hoy en día, pero nosotros sí: nosotros creemos mucho en el matrimonio -comentó Deivis rodeando a su joven y bella esposa con un brazo. * Los días siguientes, la gente murmuraba en el trabajo sobre el impactante atractivo de la esposa de Deivis y algunos especulaban diciendo que el jefe había sido algo descarado al "apreciar su belleza". Pero Deivis no se percató de los chismes. Ahora solo tenía cabeza para una noticia. Una gran noticia. -¡Me han ascendido! Betsabé no podía creer la noticia que le dio su esposo al llegar a casa. -Mañana mismo debo partir a un viaje de ...
... negocios -gritó emocionado. Betsabé lo abrazó, aunque estaba algo confusa por el ascenso repentino. De hecho, tenía una rara corazonada. Mientras mil conjeturas rondaban su cabeza, su esposo la cargó y la tumbó en la cama. Le quitó la ropa sin parar de besarla. Oyó el sonido de la bragueta y luego sintió el pene de su marido duro y caliente entrando dentro de ella. Él se abalanzó sobre ella una y otra y otra vez. Siempre era lo mismo. El mismo movimiento, la misma pose, el mismo final. Cuando terminó, Deivis se paró y le dijo: -Cariño, voy a trabajar un rato. Debo imprimir unos documentos que llevaré mañana. Y se fue. Betsabé se quedó sola en la cama, aun llena de intriga por el misterioso ascenso. A la mañana siguiente, su esposo partió temprano al aeropuerto. Le dio un beso de buenos días y enseguida otro de despedida. -Que te vaya bien -le deseó Betsabé con voz de quien recién despierta. -Gracias, cariño. Betsabé era ama de casa. Y ese día no había mucho que hacer. Haciendo la limpieza, se percató de que su esposo había olvidado los documentos que imprimió. Cogió el celular y lo llamó pero no contestaba. -Ya debe estar en el avión -pensó. Pasaron las horas. Quizás fue la idea de que su marido se hallaba ya a cientos kilómetros lo que la envalentonó a encender la computadora, abrir el navegador y tipear las palabras que sus instintos lujuriosos no paraban de susurrarle en la mente. Betsabé miraba la pantalla como si fuera la ventana a otro mundo. Uno ...