1. Manuela y su complaciente marido


    Fecha: 20/08/2018, Categorías: Infidelidad Autor: murgis, Fuente: RelatosEróticos

    ... mano ya no tuvo obstáculos en su operación de castigo. Descendió, primero, por encima de la braga, tomando nota, o así lo parecía, de los apretados rizos que se apiñaban bajo la tela. El apogeo de la fiesta tuvo lugar cuando la mano, por fin, se introdujo por debajo de la braga. La mano se enredaba, ansiosa, en los pelos. Ya no sabía que orden de prelación establecer en su ansia y pronto se engolfó mucho más con la ya mojadísima abertura; saludó cariñosamente al clítoris; penetró gozosa en el cálido pozo de la vagina; mandó un destacamento a explorar el ojo del culo…
    
    Ni Alfredo, ni Manuela, ni el joven barbudo sabían ya lo que estaba pasando allá abajo, allá lejos, en la remota película y les importaba un rábano. Tan ajenos estaban a la proyección que no se dieron cuenta que la película se acababa… y el descanso casi les coge con las manos en la masa, sobre todo al joven barbudo que era el que estaba disfrutando de la “masa “.
    
    Decía Alfredo, al parecer con mucha guasa:
    
    - Si quieres podemos cambiarnos de sitio ahora.
    
    Si, sí, y ella con la falda desabrochada
    
    - No, ya no vale la pena. Total solo nos falta por ver el primer cuarto de hora.
    
    - No mujer, la vemos entera, otra vez
    
    - No te habrá vuelto a molestar ese?
    
    - Bueno, un poquitín, si me ha molestado
    
    - Que te ha hecho?
    
    - Bueno, subir un poco la mano.
    
    - Porque no me lo dijiste?
    
    - Chico, como te parecía tan horroroso que nos cambiáramos de sitio.
    
    Preguntó ahora él, con la voz más ronca que nunca:
    
    - Hasta donde te ha llegado?
    
    - Pues… me ha tocado un poco el muslo.
    
    - ¿Hasta que altura?
    
    - Casi hasta arriba.
    
    - ¿Casi hasta el chocho?
    
    - Si
    
    - Pues vaya zorra que eres.
    
    - Como tú no querías moverte…
    
    - Si quieres nos cambiamos ahora.
    
    - No, total, ya…
    
    - Si te llega al chocho no dejes de avisarme.
    
    - Bueno…
    
    Los tres deseaban ardientemente que volviese a apagarse la luz…
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