1. Gotas de Placer


    Fecha: 24/08/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... emborraché de su olor. Mi pene creció desmesuradamente, casi en una fracción de segundo, a punto de romper mis pantalones. Ella se dio cuenta y deslizándose por mi cuerpo bajó hasta tocar con las rodillas en el suelo. Desabrochó mi cinturón, los cuatro botones del pantalón, y éstos cayeron al suelo, a la altura de mis tobillos. Mis calzoncillos tenían botones delante, y la mitad de mi grueso pene pudo escapar entre dos de ellos. No podía más, pasó su cara entre mis piernas, y mi pene acarició sus mejillas, su nariz, sus ojos. . .su boca. Rodeó el glande con la lengua, mientras desabrochaba los botones restantes. Sus manos acariciaron mis testículos, y mi pene cada vez se sumergía más y más dentro de aquella cueva. Jugaba con ella, la acariciaba tiernamente, y yo guiaba su cabeza con mis manos.
    
    Me estaba muriendo de placer. Estuve a punto de correrme dentro de su boca, pero hubiera sido muy poco caballeroso por mi parte, así que la tomé por los hombros, y se incorporó de nuevo. La llevé de la mano, con los pantalones arrastrando, y mi pene completamente fuera del calzoncillo hasta mi habitación y la tumbé sobre la cama. Quité sus zapatos, y después su medias, acariciando su piel, terriblemente suave, encantadora. Tenía unas braguitas blancas, que quité también. Su vulva, con el pelo a medio aparecer me pareció una exquisitez. Abrí sus piernas, las puse sobre mis hombros y deslicé mi lengua sobre su clítoris. Estaba empapada, demasiado tierna, era una delicia. Mi lengua ...
    ... exploró su vagina, intentando entrar una y otra vez. Ella jadeaba y me agarraba del pelo con fuerza.
    
    Estaba fuera de sí. . . La incorporé de nuevo, bajé la cremallera de su vestido dejando el pecho al descubierto. Dos pequeñas montañas redonditas que pellizqué con suavidad. Puso sus manos en mis nalgas, y me acercó hacia ella, de rodillas, llevando de nuevo mi pene a su boca. Yo comencé un vaivén de caderas, mirando entusiasmado como desaparecía mi miembro en su cavidad bucal. Pegué un grito, otra vez casi a punto de correrme. . .pero no, aún no era el momento. Me acomodé entre sus piernas, notando en el glande el calor de su vagina virginal. Ella estaba sudando, al igual que yo, ambos extasiados de placer. Su vagina comenzó a engullir mi miembro erecto hasta tocar fondo.
    
    Ella abrió más las piernas, colocándolas sobre mis nalgas, empujando hacia ella, sintiéndo como quería que la penetrara una y otra vez. Entraba y salía, ambos podíamos escuchar el sonido del lubricante natural. Noté como ella tocaba el cielo, y sus paredes vaginales apretaban con fuerza mi pene, una serie de contracciones que me hicieron estallar de placer. Un chorro de semen se desbordaba de su cavidad, mientras yo, apoyado sobre su joven cuerpo esperaba el tamaño normal de mi herramienta.
    
    Ella intentó incorporarse. Se vistió, y salió sin decir nada de la habitación. Poco después escuché la puerta de la calle. Comprendí entonces que ahí, en ese preciso instante terminaba mi sueño. En la triste ...