1. Un anal después de 4 años


    Fecha: 26/08/2018, Categorías: Lesbianas Autor: francisperez, Fuente: CuentoRelatos

    ... nalgas envueltas en un calzoncito azul claro con una cinta encaje, ni que decir que me excitó como nunca.
    
    - ¿qué pasó? ¿qué haces?
    
    - Se cayó una piedra de mi arete, no te muevas la vas a pisar.
    
    Me quedé donde estaba, mientras ella metía la cabeza abajo de la mesa de trabajo, yo disfrutando la vista que me ofrecía, finalmente dijo - ya la encontré, aquí está.
    
    Me acerqué para ofrecerle la mano y ayudarla a levantarse.
    
    - es que estos aretes eran de mi mamá, enseñándome una piedra minúscula.
    
    - Ah, qué bueno que la hallaste. Mmmh ya está aquí el documento.
    
    - Bien, pues ya está, acabamos.
    
    - Si, que bueno, hay que celebrar, ¿te apetece algo?
    
    - Pues si, un buen café.
    
    - ¿cómo café? en la oficina tengo un tequila que me regaló un cliente ¿quieres?
    
    - Pues, ehh, bueno, qué más da.
    
    Salí por el tequila y regresé con dos vasos. -Aquí tienes, nos lo merecemos. Salud
    
    - Salud y lo apuró completo de un trago.
    
    - caray, ni lo saboreaste ¿quieres otro?
    
    - Creo que si ¿y tú?
    
    - Por supuesto.
    
    Se sentó a un lado mío y comenzamos a platicar de cualquier cosa, así tomamos dos o tres tragos más.
    
    Cuando terminamos, se levantó diciendo - Bueno, pues es hora de irnos a descansar.
    
    - Si claro. Tomé su saco para ayudarle a ponérselo.
    
    Se volteó metiendo ambos brazos, le ayudé a subirlo y volteó hacia mí. Estábamos muy cerca y sin pensarlo la abracé por la cintura y la besé. La sorpresa fue mucha y al principio no correspondió al beso pero al no ...
    ... soltarla, seguimos besándonos, cada vez con más pasión.
    
    Mis manos bajaron hasta sus nalgas, por primera vez pude sentirlas, redondas, duras y mías. Bajé más las manos hasta hallar el inico de la abertura, subí las manos para sentir la piel desnuda arriba de las medias y más arriba la línea que divide sus nalgas, jugando con un dedo medio entre ellas.
    
    Así estuvimos un rato, recorriendo mis dedos entre sus nalgas y su pucha que sentía palpitar. Aún cuando quería metérsela ya, no estaba dispuesto a soltar esas hermosas nalgas ni esa pucha que adivinaba entre mis manos.
    
    Me decidí por fin y hallé el zipper de la falda, lo bajé, desabotoné la falda y la dejé caer al piso, ella pasó los pies por encima de la falda dejándola en el piso.
    
    Subí mis manos para desabotonar la blusa y al abrirla, ahí estaba su hermoso pecho enfundado en un bra a juego con el calzón, conteniendo apenas un par de tetas palpitantes, quité el bra para acariciar ambos pezones, pequeños, duros, en medio de unas areolas pequeñas más oscuras que el resto de su piel, besé los pezones uno a uno, mordisqueándolos, mamándolos, lengüeteándolos.
    
    Ella gemía quedamente, dejándome hacer. Bajé una mano y la introduje en el calzón, ¡dios! ¡la gloria! una pequeña mata de vello y debajo la entrada a la gloria, húmeda, tibia. Abrió las piernas e introduje el dedo medio, poco a poco, sintiendo su respiración entrecortada y el subir y bajar de su pecho.
    
    La llevé a su mesa de trabajo y le ayudé a sentarse en ella. ...