Ella
Fecha: 30/08/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... no tuviera ese escudo, en el que dice, ¡deténgase que soy señora!, ya varios habrían disfrutado de su cuerpo, ya varios habrían probado ese tesoro que por su decisión, solo ha sido mío. A lo mejor es mi imaginación…seguro si, es mi imaginación, porque ella no gusta de esas charlas, no gusta de esas fantasías. Pero veo que cada palabra que le hablo, cada vez que le digo que podría haber ya dado su tesoro para ser compartido, su fuego se acrecienta y su cuerpo se incendia de ganas de tener mi cuerpo dentro de su cuerpo. Le beso las caderas, le beso las piernas, me quito la ropa y me recuesto en ella. Ya en medio de sus piernas, le sigo diciendo, que cualquiera pudría haber disfrutado del paisaje que estoy viendo en ese momento y ella dice que no es cierto. Yo le repito lo que pienso y le aseguro, que si ella no tuviera ese escudo, ya habría a muchos complacido. Sus caderas se mueven, como buscando el alivio del fuego que le quema entre las piernas. Yo le pongo su medicina muy cerca, ella se mueve para alcanzarla, mientras le digo que cualquiera, disfrutaría de tenerla así y que ella disfrutaría con cualquiera que la tuviera así. Se mueve con mas fuerza y logra sentir mi miembro que ya esta duro y preparado para calmarle su cuerpo. Me pide que se la meta y yo no se la meto, mientras le digo que quiero verla suplicando que alguien mas se la meta, mientras yo veo y tomo fotos. Claro, a ella no le excita lo que le digo, a ella no le interesa lo que sueño, ella no quiere que nadie ...
... la penetre, mas que yo. Por eso se que no son mis palabras las que la tienen con tantas ganas. Ganas de ser penetrada, ganas de sentir alivio entre sus piernas, ganas de que un hombre le cure su necesidad. Se enloquece y me suplica que se la meta, y mientras la penetro de un solo empujón, le aseguro que en la calle habrá mas de uno que ha soñado con ese momento, pero nunca se ha atrevido, pues ella los disuade con su actitud de dama, de mujer fiel, de esposa de un solo hombre. Me dice que me calle y que le de duro. “¡Dale duro! “, “¡metemela!”, “¡asi!”, “¡más duro!”, “¡dale, dale, dale duro!”, “¡duroooo!” grita, mientras una explosión intensa, se transmite de entre sus piernas a todo su cuerpo. Se tensa toda, como que fuera víctima de un ataque de epilepsia. Su boca entre abierta, las venas, de su cuello estirado y retorcido para un lado, saltadas, sus piernas intentando cerrarse, atrapan mi cuerpo como en un abrazo potente de deseo, sus pechos y sus pezones endurecidos por la excitación y su respiración interrumpida por un grito gutural que le sale de lo mas profundo de sus pulmones. Pero no, dice ella, no son mis palabras, aunque mi imaginación me hace creer que lo que le digo la excita, aunque mi imaginación me juega una broma y me engaña, creyendo al ver su cuerpo y sus reacciones, que a ella le excita pensar que alguien más, pudiera estar sobre ella, que alguien más, pudiera tener el deseo de penetrar su cuerpo y que ella desea que cualquier otro, le calme sus ganas y la ...