1. La chica de la tortillería


    Fecha: 31/08/2018, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos

    ... observar en su frente unas gotitas de sudor, lo que me hizo recordar aquel momento cuando la conocí en la tortillería, cuando ella sudaba debido al calor que se encerraba en aquel local,sólo que ahora la causa de ese sudor era diferente.
    
    —Me gustas, me gustas mucho —me atreví a confesarle.
    
    Ella se quedó callada mientras yo no dejaba de penetrarla. Decidí actuar de otra forma. Me salí de ella y me deslicé hacia abajo, hacia su raja. Metí mi cabeza en su entrepierna y hundí mi lengua en su tibia puchita.
    
    Dijo que eso no lo practicaba pero no me importó, lamí y lamí, metiendo mi lengua a intervalos en aquel húmedo agujero. Su sabor era único. Ella, por fin, gimió abiertamente y me agarró de los cabellos mientras se estremecía. Miré hacia arriba y nuestras miradas finalmente se conectaron compartiendo por primera vez el placer de nuestro encuentro.
    
    Me incorporé y tomé su ligero cuerpo que fácil y violentamente maniobré dejándola recostada boca abajo. Ella apenas si pudo echar un vistazo cuando me coloqué detrás para volver a penetrarla.
    
    Nuestras carnes chocaban constantemente mientras el catre sobre el que estábamos crujía en cada envestida.
    
    Al disfrutar de sus suaves nalgas, cuando mi área púbica se estrellaba con ellas, casi me ganan las ganas ...
    ... pero pude aguantar, no quería soltar aún mi carga de espermas que por tanto había guardado.
    
    A tan sólo unos minutos de que se cumpliera el límite de nuestro encuentro, ella habló:
    
    —¿Te falta mucho? —dijo.
    
    —Todavía —le contesté con cierta molestia, no quería perder la concentración en el momento.
    
    Tras otros minutos de constante ayuntamiento por fin dejé que mi cuerpo arrojara su tibio néctar.
    
    —...se siente muy caliente, ¡aaaah! —ella expelió;el condón se había roto.
    
    De tal manera parte de mi semilla había quedado dentro de ella. En ese momento no me importó, pues caí desfallecido a su lado. Tras unos segundos en los que me sentí desvanecido, su voz me trajo de nuevo a la realidad.
    
    —Ay no manches, a ver. ¿Te manché de sangre? —me dijo.
    
    En efecto, la chica me había dejado cubierto de dicho líquido viscoso el pene. En ese momento me di cuenta que me había entusiasmado tanto en penetrarla quela había hecho sangrar. Me sentí un tanto culpable, sin embargo, salí de aquel lupanar satisfecho.Ese no sería nuestro único encuentro, pensé. Ahora sabía dónde localizarla y acudiría periódicamente.
    
    No obstante, en cuanto a la cita, me dejó plantado. No sé por qué, pero ella no se presentó. Ahora que vuelva a tomar su servicio le preguntaré.
    
    FIN 
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