Relato de un profesor erotizado
Fecha: 29/07/2017,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Profesor, Fuente: CuentoRelatos
Ya se acercaba la hora de la clase y tenía algo de pereza. Me sentía insatisfecho con mi vida sexual, producto de una sequía algo extensa, y eso había aumentado mis pocas ganas de ir a trabajar. Me apuré y llegué a eso de las 4:28 p.m. a mi clase de inglés. En el salón, estaban mis cinco estudiantes de siempre, y ella… aquella que estaba empezando a despertar en mí cierta atracción física.
Lucía realmente hermosa, su extenso cabello liso y negro, sus deliciosas piernas que se exhibían al sol de aquella tarde debido al cortísimo short blanco que ese día vestía. Era divina y estaba empezando a gustarme. Sé que es prohibido que un docente tenga relaciones sentimentales o sexuales con sus estudiantes, pero ella tenía algo que realmente me captaba. Quizá esa mirada que me hacía, la cual irradiaba misterio y me invitaba a que penetrara su mente con el fin de conocer sus más íntimos secretos.
La clase comenzó como de costumbre, mis estudiantes aprenden mucho de mí y, debo confesarlo, yo también aprendo mucho de ellos. Es una manera de mantenerme joven a través del tiempo; compartiendo con mis alumnos adolescentes. No obstante, esta joven no paraba de mirarme. Cuando nuestros ojos se encontraban, evidenciaba cierta ambigüedad. Era una mirada de vergüenza, pero al mismo tiempo de un misterio insondable que me invitaba a ahondar en su ser.
La clase terminó, despedí a mis estudiantes, pero noté que ella esperó a que todos sus compañeros salieran para dirigirme la ...
... palabra:
– Profesor, necesito que me haga un favor, dijo con su relajada y suave voz.
– ¿En qué le puedo colaborar? pregunté.
– Como usted sabe, tengo una exposición este jueves y quiero que por favor me brinde una asesoría.
Accedí a dársela debido a que no tenía más clases en el día. Era alrededor de las 6:20 p.m. y pocas personas merodeaban los alrededores de nuestro salón. Una vez revisamos sus diapositivas, y curioso por saber la razón de sus repetidas miradas, me aventuré a preguntarle:
– He notado que me mira mucho en clase, ¿quiere decirme algo?
– No, nada profesor.
– Su mirada hacia mí es bastante diferente de aquella hacia otras personas.
– La gente me ha dicho que soy muy coqueta con mi mirada, pero los hombres tienden a confundir las cosas, profesor.
En ese momento deseaba fervientemente que realmente ella sintiera algo por mí, y que, sin tapujos me lo demostrara de una manera más explícita para yo también corresponderle. Pareció alejarse por unos instantes y se disponía a salir, cuando se detuvo y me dijo:
– ¿Tienes tú algo que decirme, profesor?
Mi mente temblaba al pensar en una respuesta que la complaciera pero que no hiciera que ella me rechazara y saliera despavorida del salón. Aun así, decidí arriesgarme y le confesé:
– Desde hace unos días he venido sintiendo cosas por usted diferentes a las que debe sentir un maestro por su estudiante...
Sus ojos se hincharon de la sorpresa que aquella declaración causó y exclamando un ruidoso ...