Parejas
Fecha: 09/09/2018,
Categorías:
Intercambios
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Conocía a Elena desde hacía mucho tiempo, somos compañeras de trabajo, ella es una chica joven de 28 años, de pelo largo moreno, de grandes pechos y muy hermosa. Yo soy algo mayor, pues tengo 30 años, soy morena, tengo el pelo corto y aunque no deba decirlo yo, también soy bastante atractiva. Las dos estamos casadas y siempre habíamos comentado en broma que a ella le gustaba mi marido y a mi el suyo. Ella es mucho más liberal que yo y siempre que puede saca el tema del sexo en sus conversaciones y aprovecha para hacerme comentarios en broma sobre hacer intercambio de parejas, sin embargo, yo no le hago caso, pues, aunque la idea me excita, mi educación y el no saber como reaccionaría mi marido me hacen desistir.
Hoy ella a vuelto a hacerme la misma proposición y por supuesto yo no me la he tomado en serio, le he contestado que mi marido no lo admitiría. Sin embargo ella ha insistido y me ha propuesto una solución: Podríamos quedar a cenar en mi casa o en la suya los cuatro y luego ya veríamos como evoluciona la situación, todo sin compromiso. A mí me pareció bien y la invité el fin de semana.
Cuando abrí la puerta el sábado, me quedé asombrada, Elena llevaba un vestido super ajustado que marcaba su figura y hacía que sus pechos aparecieran aún más grandes de lo que son y para rematarlo su escote era tan grande que casi podía verse su ombligo. Salude a Carlos, su marido, que llevaba un traje de chaqueta y que estaba realmente atractivo, y los hice pasar al salón, allí ...
... le presenté a Juan, mi marido, pues él y Carlos nunca habían coincidido y no se conocían.
Mi marido no apartó la mirada de los pechos de Elena durante toda la cena y Carlos no dejó de mirarme a mi, que aunque no llevaba un vestido tan ajustado como el de mi compañera, mi blusa blanca dejaba entrever mis duros pezones. Durante la cena hablamos de todo, y al final terminamos hablando de sexo, la cosa subió tanto de tono que yo llegué a estar totalmente mojada, tanto que tuve que acariciarme por debajo de la mesa, cosa que creo que también hizo Elena.
Terminada la cena yo me levanté para recoger la mesa pues necesitaba calmar mi calentura, pero mi sorpresa fue que Carlos se ofreció para ayudarme. Al entrar en la cocina yo fui a dejar los platos en el fregadero y sentí como él se acercaba a mi espalda, me abrazaba y comenzaba a besarme el cuello y tocarme los pechos. En otra situación no lo hubiera permitido, pero me gustaba tanto y estaba tan caliente que le dejé hacer. Me apartó a un rincón de la cocina y allí nos besamos introduciendo nuestras lenguas en la boca. El me agarró por el pelo y haciendo fuerza me hizo ponerme de rodillas delante de él, con su otra mano bajó la cremallera de su pantalón y sacó su enorme rabo que comenzó a pasar por mis labios con la intención, por supuesto, de que lo chupara. Yo nunca había hecho eso, aunque lo había visto hacer en las películas y no debía ser muy difícil.
No tuvo que insistir mucho, abrí mi boca y la introduje entera, le ...