Una ciega chancha y putita (Tercera parte)
Fecha: 18/09/2018,
Categorías:
Fetichismo
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
Eso que en mi pecho no parecía saber cómo latir de emoción a centímetros del aroma de Ayelén me estaba volviendo loco!
No tenía razones para celarla, pero lo hacía, y en ocasiones me enojaba con ella.
La vez que me contó que un pibe debutó en su conchita, me acuerdo que le hice sexo oral hasta que mi lengua me empezó a doler de tanto hacerla acabar. No la dejé sacarse la bombacha. Por lo tanto terminó inundada de sus jugos y mi saliva.
Eso lo hicimos en el pequeño baño del bulo.
Otra tarde en ese mismo lugar la arrodillé en la diminuta cinta de cerámica que divide la ducha del resto del baño para que me la chupe, me pajee con sus tetas y para que se tome la lechita mientras se pajeaba con un consolador.
Esa misma tarde fui el encargado de enjabonarla, pasarle la esponjita por todo el cuerpo, lavarle la cabeza y secarla con un toallón desgastado. Todo porque en medio de la mamada que le ofrendaba a mi pija vanidosa y fiel solo a su boquita, la chancha se hizo pichí encima, por supuesto, bajo mi promesa de pagarle el doble.
La llevé envuelta en el toallón y en mis brazos hasta donde la Beti se preparaba un gancia, y me fui con los ojos llenos de su colita preciosa.
Otra vuelta Ayelén me esperaba en su pieza con un guardapolvito, una mochilita, trencitas en el pelo, pantalón de joggin y zapatillas.
Fuimos al colegio secundario más cercano y nos mezclamos con los escolares que salían del turno tarde. Más de uno la miraba con asombro al escuchar el toc toc ...
... de su bastón en la vereda. Pero ningúno la reconocía.
Le di un chicle y le pedí que hiciera globitos con él para pegotearse la boca. Después que se chupe los dedos como si estuviese saboreando una rica verga. Hasta aí pude controlarme.
Le qité el bastón y la subí a mi auto. En cuanto arranqué le saqué el chicle de la boca y le di un alfajor. Solo que, mientras lo degustaba, sus manos y su boquita debían jugar con mi pija. Eso lo hicimos recién cuando llegamos a un descampado.
Sentía cómo la leche poco a poco subía por mi tronco cuando me la chupaba con pedacitos de alfajor y miguitas en la boca, cuando lamía mis pelotas y me olía con desesperación.
Pero no se la di tan rápido.
Antes de empacharla preferí reclinar el asiento del acompañante con su cuerpito expectante, bajarme del auto y volver a su lado pero por la otra puerta. Ahí le arranqué el guardapolvo sin desprendérselo, cosa que generó un estallido de botones por doquier, le subí la remerita y le volqué un postresito de vainilla en las tetas.
No les puedo explicar lo melodioso y agitado que fue el recital de sus gemidos con la chupada de tetas que le regalé! Se las amamantaba con furia, le sorbía los pezones, le mordía el costadito de sus gomas suaves, chiquitas y carnositas, fregaba mi rostro para que ella me lo chupe y se coma lo que pudiera del postre y, también la hacía sentarse para frotarle el pito contra ellas.
Después le bajé el pantalón, le rompí la bombachita de algodón celeste que traía ...