La mujer del disidente (04). El registro
Fecha: 31/07/2017,
Categorías:
Microrelatos,
Autor: Senatore33, Fuente: CuentoRelatos
... de un traidor -continuó el capitán desde el atril-. Antonio Navarro, a quién muchos de vosotros ya conocéis, es su esposo.
Los hombres presentes alternaban la mirada entre Amalia y el capitán, pero los dos reclusos no podían dejar de mirar a la mujer. Otro policía entró discretamente por la parte de atrás de la sala. Llevaba una cámara de fotos y comenzó a fotografiar a Amalia, de pie sobre la silla.
-Amalia va a ingresar en esta prisión como cómplice necesario en la comisión de un delito contra la seguridad del estado -continuó el capitán-. A continuación vamos a proceder a registrarla, para ello el sargento Morcillo, junto al agente Morales procederán a subir a la plataforma y a proceder al registro. Amalia, por su propia seguridad le ruego que se muestre colaboradora.
-No pueden hacer esto -protestó Amalia, con lágrimas en los ojos-. Queréis que me desnude delante de todos vosotros, ¿verdad? ¡Sois unos cerdos! Os valéis de vuestra posición para abusar de mi. Queréis denigrarme, humillarme, pero no yo no he hecho nada y esto no es justo. No lo puedo permitir.
-Amalia, créeme, es justo, precisamente porque la justicia nos ampara a nosotros, que somos la ley, no a ti, que por elección propia has pasado de ser una ciudadana a ser una criminal -le explicó el capitán-. Y si, en algo tienes razón... tu ingreso en prisión pasa porque antes se te efectúe un registro, y en efecto... dicho registro requiere que te desnudes. Pero es algo necesario y legal, recogido en ...
... los reglamentos de la prisión. Puede que para ti será una experiencia humillante y denigrante, es cierto, pero eres tú misma la que te has puesto en esa situación al delinquir.
-¡Yo no he hecho nadaaaa! -gritó Amalia- rompiendo a llorar enérgicamente-. No voy a colaborar en esto, tendrá que ser a la fuerza.
-Es mejor que colabores -le indicó el capitán-. Por tu propio bien. Si colaboras nadie te causará daño, te lo aseguro.
-¡NOOO!!! -gritó ella con rabia, bajándose de la silla y dándole una fuerte patada. La silla salió despedida contra la pared- Me tendréis que quitar la ropa a la fuerza, y me voy a resistir, os lo aseguro.
Amalia lloraba, temblaba y tenía los ojos rojos inyectados en rabia. Estaba decidida a retorcerse, a arañar, a golpear, a morder, o a lo que hiciera falta, con tal de que aquellos miserables no pudieran desnudarla. Cuatro policías sentados en las primeras filas se pusieron en pie y se dirigieron hacia ella sacando sus porras.
-¿Estás segura de que no vas a colaborar? -le preguntó el capitán-.
-Sí, lo estoy -dijo ella, cerrando fuertemente sus puños-.
-¿Cuántos dedos os quedan? -preguntó en alto el capitán- Poneos en pie, por favor.
Amalia se mostró desorientada, no sabía qué estaba preguntando el capitán, y no sabía a quién se dirigía.
Los dos presos sentados en la primera fila se pusieron en pie. Amalia respiraba fuerte, estaba dispuesta a defenderse, pero parecía que los cuatro policías que se abalanzaban hacia ella se habían ...