La mujer del disidente (04). El registro
Fecha: 31/07/2017,
Categorías:
Microrelatos,
Autor: Senatore33, Fuente: CuentoRelatos
... silla la colocó en pie y comenzó a traerla de vuelta, empujándola con sus manos y desplazándose con sus rodillas. Tras colocarla en su sitio volvió a subirse a ella, con cierta dificultad, debido a los zapatos de tacón.
-Amalia, súbete el vestido -le ordenó el capitán-.
Amalia subió su vestido hasta medio muslo.
-Más -le instó el capitán-.
Amalia, avergonzada, siguió subiendo el vestido hasta casi dejar sus bragas a la vista de todos los hombres. Podía ver la excitación en el auditorio. A los presos de la primera fila casi se les salían los ojos.
-Más -continuó pidiendo el capitán-.
Amalia subió aún más su vestido, hasta el ombligo. Sus piernas enteras y sus bragas quedaban expuestas a la vista de todos. Dado que cuando orinó no se pudo limpiar, algo de orina se había acumulado bajo la vagina, con lo que las bragas se le habían pegado al cuerpo, mostrando la forma de sus labios vaginales.
-Bien, ahora serán el sargento Morcillo y el agente Morales los que procedan con el registro -dijo el capitán-.
Tanto el capitán como el teniente bajaron de la plataforma, mientas Amalia esperaba inmóvil con el vestido levantado. El grandullón del sargento Morcillo, junto a otro hombre sentado en las últimas filas, se acercaron pausadamente al escenario.
Tras subir, ambos agentes se acercaron a Amalia y la comenzaron a rodear observando sus formas de cerca. Tras dar un par de vueltas se quedaron por delante de ella, pero algo escorados, para no impedir la visión ...
... del resto de espectadores.
-Quítate el vestido -le ordenó el sargento Morcillo-.
A Amalia no le quedó más remedio que continuar subiéndose el vestido y dejar sus grandes pechos a la vista de todos. Tras sacarse el vestido por completo bajó las manos a su vientre, utilizándolo para taparse parcialmente.
-El vestido se lo vas a entregar a uno de los presos, que te lo va a custodiar durante el registro -le indicó el sargento-.
Amalia bajó de la silla y se dirigió al recluso de los siete dedos, a quien se le abrieron los ojos viendo como los pechos de Amalia se balanceaban con sus movimientos. Tras entregar el vestido dio media vuelta y volvió a subirse a la silla.
-Las bragas en los tobillos -le ordenó el sargento-.
Amalia obedeció, bajándose las bragas con gran vergüenza y dejándolas en sus tobillos, como le habían ordenado. Durante unos instantes así la dejaron, para aumentar su vergüenza. Su peluda vulva se veía claramente desde toda la sala, y aún con las piernas casi cerradas podía distinguirse la rugosidad de los labios de su coñito.
-Para tener unos pechos tan grandes, también tienes caderas -le dijo el agente Morales, denotando que Amalia tenía curvas, al contrario que otras mujeres pechugonas que eran rectas de cadera-.
-Baja de la silla y dale las bragas al otro preso, Amalia -le pidió el sargento-. Pero no te quites las bragas hasta que no llegues a donde él.
Amalia intentó bajar, pero veía que no podía hacerlo sin perder el equilibrio con las ...