1. La isla de los placeres mortales (Enter the Dame) En 120.0


    Fecha: 20/09/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... simple embestida sin mayores consecuencias.
    
    Al cabo de algunos momentos la morocha advirtió la disconformidad del público, y tomó la iniciativa, haciéndole una zancadilla a su rival, a la vez que la tiraba fuertemente del corpiño, o lo que semejaba serlo, arrancándoselo y lanzándola al suelo, quedando expuesta desde la cintura hacia arriba, lo que produjo las risotadas y un renovado estimulo entre los asistentes, que era lo que quería conseguir la joven y astuta morena.
    
    La que ahora yacía en el piso con los pechos desnudos, muy molesta y con una mirada hosca, increpó airadamente a la chica del bikini rojo que la había arrojada sobre la alfombra: -¡Estúpida!,...¡Rompiste mi atuendo!,…¡Te haré pagar por esto!, a lo que la otra parada firmemente sobre la verde alfombra le expresó burlonamente:
    
    -¡Vamos!, entonces por de pronto, empieza levantándote,… porque desde el suelo no creo que puedas hacer gran cosa,… ¡Perdedora!, terminó diciendo la morena, para después soltar una risita, confabulando con él público y buscando la aprobación de este, que ya seducido, aceptaba la moción de la hembra dominadora que poniéndose a horcajadas sobre su inhábil antagonista reía burlonamente, satisfaciendo de esta forma las groseras y obscenas solicitudes de los asistentes.
    
    Una vez sometida a su caprichosa voluntad, la morena empezó con vulgares meneos pélvicos adelante y atrás, mientras tenazmente inmovilizaba a la rubia, tomándola por las muñecas, comprimiéndole entre sus ...
    ... musculosos muslos, la cintura y las costillas de la vencida, en una exhibición de abusiva superioridad, con abiertas intenciones de producir otras febriles sensaciones en la mente de algunos espectadores, lo cual iba más allá de un mero show de erótica fantasía como se suponía que era.
    
    Si bien las reglas eran las básicas, entre ellas; no agarrar ni tirar del cabello, tampoco los golpes de puño, ni usar los dedos y uñas para atacar los ojos, la nariz, o la boca, además de otras cavidades, sin embargo, podían las más experimentadas prescindir de estos recursos, usando tácticas que parecían ser lícitas como; arrojar a la rival contra el piso o a los barrotes perimetrales, aplastando con el peso de su cuerpo, apretando con brazos y piernas las zonas más blandas y sensibles de su opositora, lo cual garantizaba los mismos resultados, o sea infligir castigo y dolor, autorizándoles este accionar a las más diestras de las luchadoras.
    
    Estas actitudes más agresivas, y que escapaban al propósito del espectáculo, se les permitía solo a algunas consentidas del equipo oficial, que realmente disfrutaban esta faena y que deseaban igualmente interesar a quienes gustaban de esta clase de extremos, valorando a las más agresivas y atractivas, contratándolas para que participen luego en enfrentamientos privados muy bien remunerados, más íntimos y permisivos
    
    La fornida y hábil morena sabía de estas ardides y sus beneficios, porque ahora las usaba a placer con la vencida y fatigada mujer, montada ...
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