1. Apostando a mamá en un partido de póker


    Fecha: 23/09/2018, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    No entendía cómo había llegado todo tan lejos. Tomás estaba con su cuerpo desnudo encima de mi mamá. Su cara de nene lindo estaba desfigurada por el placer que le producía penetrarla. Al mismo tiempo, Germán, que estaba arrodillado sobre el colchón, hacía un movimiento pélvico para meterle la verga en la boca. Mi mamá, como pudo, comenzó a mamarla. Tenía los ojos vendados, y estaba drogada, pero no del todo inconsciente.
    
    Y pensar que todo comenzó con una apuesta, en esos encuentros de partidas de póker clandestino con los pibes del barrio. El fanfarrón de Tomás había subido la apuesta cinco mil pesos. Yo no contaba con ese dinero, pero con un póker de ases, no podía descartar mi mano. Así que medio en joda, y medio en serio, le dije “Okey, igualo tu apuesta, te entrego a mi mamá por una hora, si pierdo”.
    
    Los otros dos estaban a un costado, masturbándose. Néstor, el petiso metrosexual, con su culo y piernas depiladas, no paraba de pajearse, a los pies de la cama, observando todo de muy cerca. Mientras que Maxi, el hippie barbudo y desalineado, estaba sentado sobre la mesita de luz, acariciándose la enorme verga con delicadeza, apoyando el culo peludo al lado del velador.
    
    Nunca hubiese imaginado que una victoria, en apariencia segura, terminaría en un rotundo fracaso. Después de una larga deliberación, los convencí de que iba en serio, y de que podía garantizar que se concrete el encuentro entre Tomás y mamá. Les dije que la dormiría con clonazepam, y lo llamaría en ...
    ... el momento indicado. Nunca pensé que tendría que pagar la apuesta. Perder teniendo un póker de ases… eso sólo sucedía en las películas.
    
    Tomás no paraba de clavarle la verga en el sexo de mamá. El hijo de puta lo estaba disfrutando. Miraba hacia la puerta mientras la poseía. Seguro que sospechaba que yo los espiaba a través de la cerradura. Tenía la misma mirada odiosa que cuando mostró la escalera de colores ante mi mirada estupefacta. Agarró las nalgas de mamá, esas nalgas enormes, redondas, duras por el fitness, que yo mismo no podían evitar admirar desde que se despertaron las hormonas, y empezó a violarla con mayor potencia. Germán la agarraba del pelo rubio mientras le hacía saborear su sexo. Maxi y Néstor, se subieron a la cama, ansiosos por comenzar su turno.
    
    Siempre supe que mi mamá era el culo más deseado del barrio. Desde chico tuve que lidiar con pajeros que fingían ser mis amigos sólo para entrar a mi casa y poder admirarla de cerca. Pero esa tarde de póker, Tomás fingió desinterés. “Tu mamá está buenísima, pero no vale cinco mil pesos” dijo, provocándome. Yo creí que sólo quería convencer a los demás de que yo no podía igualar la apuesta. “Es cierto, las escort cobran entre mil quinientos y dos mil pesos. Tu mami está buena, pero no es para tanto” agregó Germán, el mismo hijo de puta que ahora estaba violando la boca de mamá, quien aún medio dormida, sacaba la lengua chorreando saliva, para masajearle el glande. “Además, ni siquiera es tu mamá de verdad. Es ...
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