1. Suegrita urgida


    Fecha: 30/09/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Debido a que mi novia no es de la ciudad donde vivimos, sus papas, mis suegros, no la visitan muy frecuentemente, ya que su ciudad queda bastante lejos. Para mi esto obviamente no es algo malo, por el contrario, sin embargo, debido a lo que pasó la última vez que vinieron, cada vez tengo más ganas que vengan.
    
    Mi suegra es una señora bastante joven, recuerdo que cuando la conocí ella estaba pasada de peso, y pues se veía común y corriente, sin embargo, desde hace unos meses se sometió a un tratamiento para bajar de peso, lo que arrojó unos resultados increíbles. Debo confesar que la última ves que la vi quedé impactado, se ve como una jovencita, con una cintura bastante marcada, y unas piernas que cualquier mujer envidiaría, ya que se le ven duras y torneadas, generalmente enfundadas en medias, lo cuál me parece muy excitante.
    
    Tiene unas nalgas enormes pero no desparramadas sino bien paradas, que se ven apretaditas cuando camina. Unos pechos de tamaño regular pero en su lugar, que suelen asomarse provocativamente en sus acostumbrados escotes ligeros. No es muy guapa pero al verla de cuerpo entero es muy atractiva. Y por increíble que parezca, sexualmente inactiva, ya que mi novia me dijo que sus padres tienen ya bastante tiempo sin tener sexo. Lo cual no me impresionó realmente ya que mi suegro es un señor bastante anticuado, muy gordo.
    
    Bueno, en esa ocasión habían venido ya que mi novia se cambiaba de casa y vinieron a supervisar y pagar la mudanza. Mi suegra era la ...
    ... que se encargaba de todo ya que mi suegro se limitaba a tragar y ver la tele. La señora se veía extremadamente bien ese día, vestida con una falda que aunque no era muy corta era muy sexy debido a que tenía una abertura que llegaba hasta la mitad de sus muslos, lo cual me erizaba la piel cada ves que caminaba, ya que su falda era ajustada en la parte de atrás, por lo que se marcaban sus nalgas y el triangulito de la tanga que usaba. La blusa no tenía nada de especial, ya que en esa ocasión casi no había escote.
    
    Cuando vi a la señora prepararse para empezar el trabajo, no pude evitar seguirla con la mirada a todos lados, y por lo que noté no era el único. Los señores de la mudaza, que eran tres, hicieron lo mismo, en especial uno. Los trabajadores era un señor ya grande pero bastante fuerte, delgado, y un jovencito, que supuse era su hijo. El tercero era un señor de aspecto francamente grotesco, muy gordo, con cara sucia y más afeitada. Su piel se veía grasosa y sus dientes eran casi todos cafés o negros. Un tipo asqueroso, y bastante libidinoso por lo que pude notar.
    
    Parecía que todos, incluyéndome, teníamos que cargar los muebles alrededor de mi suegra, siguiéndola a todos lados, sin despegar la vista de su cuerpo que se movía rítmicamente al ir cargando las cosas ligeras y llevándolas a la nueva casa, situada a tres casas de distancia. Procurábamos ir atrás de ella viéndole el trasero apretado, y sus pantorrillas fuertes que queríamos acariciar. Lo mejor de todo era ...
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