1. Sólo nuestra


    Fecha: 01/08/2017, Categorías: Confesiones Autor: Mamaceando, Fuente: CuentoRelatos

    Durante el invierno pasado mi abuela, con quién viví desde pequeño falleció. Sin más familia cercana tuve que ir a vivir la ciudad, lejos de la tranquilidad que envolvía nuestro pueblo.
    
    Al llegar a la central de autobuses me recibieron mis tíos. A quienes no veía desde hacía más de quince años. Me acordaba muy poco de ellos, y menos me acordaba de mi prima Isabel. No le gustaba ir a provincia decía mi abuela. Llegamos a un departamento chiquitito en un edificio entre muchos más. Me acomode en un cuartito chiquitito. Había otro igual de chiquito para mi prima y uno no más grande donde dormían mis tíos. Quienes estaban discutiendo por mi causa. —¿Por qué aquí? —le preguntaba la señora. —No tiene a nadie más—trataba de defenderme mi tío. Y yo, como chinche. ¿Sabrán que en este huevito de departamento se escucha todo? Mi prima fue dormir con sus amigas, creo que tampoco le agradaba la idea de un provinciano en su casa.
    
    La mañana siguiente mis tíos, ambos, salieron a trabajar, junto con mi prima que iba a la escuela. Me dijo que calentar y me dijo como usar el microondas. Venía de un pueblo, no de la Edad Media. En fin, después de desayunar recorrí la casa, en 10 minutos. Hasta qué pare en la habitación de Isabel. Revise sus libros, sus revistas, sus fotos. Diablos, estaba bien bonita. Echando cálculos tenía era mayor que yo dos años. Ya estaba en la universidad. Unos veintiún o veintidós. Yo ya casi cumplía diecinueve. Pelo negro, morenita, chaparrita, nalgona. Abrí sus ...
    ... cajones con cuidado para ver su ropa interior. Tangas de muchos colores y uno de esos cacheteros, tenía poquitas chichis por lo visto. Escuche cuando volvió de casa y se encerró en su cuarto, como a la hora salió azotando la puerta. Llevaba ya dos días viviendo ahí y no había visto a mi prima.
    
    Cuando llego el fin de semana, mi tío me llevo a conocer la ciudad, a Isabel la llevaron a gritos y reclamos. Comimos unos tacos bien chiquitos y fuimos al zoológico. Yo de manera discreta miraba a mi prima. Que rica está, ¡pinche berrinchuda! No quiso tacos y en el zoológico no soltó su teléfono. Por más intentos de mi tío, Isabel nunca me dirigió la palabra.
    
    Tuvo que pasar otra semana para que desayunáramos juntos, como todavía no arreglaban mis papeles para que entrara a la prepa abierta, pasaba todo el día en el cuarto de mi prima. Frotaba su ropa en mi verga, imaginando sus nalgas. Un día me estaba masturbando con una minifalda, de sus favoritas, la tenía apretada contra mi verga, y era tanta mi excitación que no pide contenerme y la manche de semen. Faltaban unos 15 minutos para que ella llegará, no me daba tiempo de lavarla y que se secara. ¡Mierda! La puse bajo mi colchón y me hice el dormido. En la noche le reclamo a sí mama. —¿Dónde pusiste mi falda? —Le reclamaba a sí mamá. —En tu cajón, como siempre. —Pues no está y la necesito para el viernes, acuérdate de la fiesta. Mi plan de lavarla y colocarla en su lugar se esfumó, al día siguiente la lave, la planché y la puse en ...
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