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Los Panty de Dolores
Fecha: 03/10/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: AkuSokuZan, Fuente: xHamster
... mirar de vez en cuando su cuerpo, a las tetas (grandes, y sobresaliendo por la parte de arriba del sostén), y a las bragas y piernas. No sé si me descubrió, pero si lo hizo no lo demostró de ninguna manera. - Venga, cuéntame qué tal lo pasaste anoche –me pidió, y puso su pie sobre mi pierna, dándome unos golpecillos. Ya he comentado que Lola se tomaba muchas confianzas y tocaba mucho; pero que posara su pie desnudo sobre mi pierna, y me diera golpes jugueteando, no me lo esperaba y casi di un respingo. - Bueno, la verdad es que no me acuerdo de mucho –comencé a decir, mientras ella retiraba su pie y se quedaba en la posición original, con las piernas cruzadas. - ¡Y tanto! –me interrumpió–. Llevabas una buena cogorza. Y vaya susto me diste, pensaba que venían a robar. Miré por la mirilla y vi que eras tú, y ya me quedé más aliviada. - Ya… perdón –dije con cara de circunstancias. - ¡Que no te tienes que disculpar! Nos ha pasado a todos. Menos mal que tengo el sueño ligero y te abrí; te llevé a esa habitación porque siempre tengo las sábanas preparadas para cualquier visita. Se había servido otro café, y le gustaba hablar. - Ibas haciendo eses, y te conduje hasta allí –continuó, riendo–. Te ayudé a desvestirte y ya te dejé en la cama. Qué rico estabas, ahí dormidico. - Qué vergüenza, por dios –murmuré. - ¡Qué dices, vergüenza! ¡Pues anda que no te he visto echarte la siesta pocas veces de crío! –profirió–. Bueno pero sigue, que te he interrumpido –y volvió a darme con su pie ...
... en la pierna. - La verdad que me lo pasé muy bien. Cenamos en el Tubo, y luego estuvimos en el Licenciado Vidriera y algún otro garito. Pero no me preguntes cuál porque no me acuerdo –dije, y ella se echó a reír. Su risa era fresca y contagiosa, y me entraron ganas de contarle alguna anécdota graciosa. - Bueno, y pasamos por la Plaza de los Sitios, y los tres que íbamos nos pusimos a mear. Pues justamente pasa la policía y allí nos tienes a los tres corriendo como críos –le relaté - ¡Pero que ya no tienes veinte años, para andar haciendo el loco así! –dijo en medio de una carcajada sincera, no de quedar bien. Se divertía y se le notaba–. Bueno, y ligaste o qué –y me dio por tercera vez con el pie en la pierna; en esta ocasión no golpeó, sino que rozó pícaramente de lado a lado, gesto acorde con lo que me acababa de preguntar. - ¿Ligar? Pfff qué va, todos a dos velas –contesté algo nervioso. Me llamaba la atención que se tomara la libertad de tocarme con tanta confianza con el pie, sin pensar si me podía dar aprensión o asco. Que no me lo da, más bien todo lo contrario; pero de todas formas, me chocaba que una mujer de cincuenta años no tuviera eso en cuenta. Teníamos cierta confianza, pero no pensaba que hasta ese extremo. - ¿Qué no ligas? Ya me extraña; ya te digo que tengo el sueño ligero y vives justo debajo –y me guiñó un ojo. - ¿Y eso qué quiere decir? ¡Dios me libre de hacer ruido! –comenté entre risas, acabando mi café con leche. - No no, si el ruido no lo haces tú, lo ...