1. Los Panty de Dolores


    Fecha: 03/10/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: AkuSokuZan, Fuente: xHamster

    ... a una figura materna. Lo que me daba corte era haber llegado borracho y equivocarme de piso. - ¿Quieres un café? –me preguntó–. He hecho una cafetera y todavía está caliente. - Hombre pues sí, no me vendrá mal –acepté. - En seguida te lo pongo. ¿Pero qué haces ahí de pie aún? ¡Anda siéntate a la mesa! –me ordenó. - Hombre es que… ¿dónde está mi ropa? Es que estoy en calzoncillos y me da cosa –titubeé. - Cuando llegaste ibas muy perjudicado, y te la quité. Apestaba, así que la he metido a la lavadora. En cuanto se seque te la pones. ¡Y que no te dé cosa, que te conozco desde crío! Qué bochorno, no sólo me había equivocado de casa, sino que ella encima me lavaba la ropa. - Joder Lola, qué vergüenza, ya disculparás… y además me lavas la ropa –me excusé, sentándome en la silla. - Calla tonto, que no es nada –dijo, quitando importancia al asunto–. Voy a ponerte el café, que se me va el santo al cielo. Dobló el periódico y lo dejó en la mesa, y se levantó. Cuál fue mi sorpresa al ver que la bata que llevaba puesta, no estaba abrochada. Vi perfectamente su cuerpo bajo la bata: estaba en ropa interior, con sujetador negro que cubría sus grandes pechos, y una braga de color negro también. Se dio la vuelta dirigiéndose a la cocina. Aquello sí que me dejó un poco turbado: si bien no me importaba estar en calzoncillos, no me esperaba para nada que ella también estuviera prácticamente en ropa interior. - La leche y el azúcar están ahí en la mesa, ¿verdad? –preguntó desde la cocina. - Sí! ...
    ... –respondí alto, para que me oyera. - He metido la ropa en la secadora. En cuanto se seque, te la puedes poner –dijo mientras ya regresaba con la cafetera humeante y una taza. Su bata seguía abierta, no parecía importarle que la viera así. Dejó la taza en la mesa, y empezó a verter el café en ella. - Tú dirás –dijo, para que le indicara cuánto quería. - Así, ya vale –le señalé cuando se llenó a mitad. Me puse un poco de leche; Lola se sentó en su silla, pero en seguida se levantó. - ¡Ay, qué cabeza tengo! –exclamó–. No te he dicho si querías galletas o algo. Me las he dejado preparadas en la cocina y se me han olvidado. - ¡No, deja deja, es igual! –intenté negarme, pero ella ya se iba en dirección a la cocina. Volvió a los pocos segundos con una bolsa de magdalenas y un paquete de galletas maría. - Que daba igual, no tenías que m*****arte –dije, pero cogí una magdalena–. Encima de que llego a las tantas y te m*****o y me lavas la ropa, me das galletas. - ¡Ay qué tonto eres! –repitió, riendo–. ¡Que no es ninguna m*****ia! Así me haces una visita, que si no ya no se te ve el pelo por aquí. Se sentó en su silla, y cruzó las piernas. Iba descalza. Su bata seguía abierta: le cubría los hombros y parte del costado, pero el sujetador, el vientre, y las piernas, estaban totalmente a la vista. No puedo decir que aquello no me excitara. Intenté aparentar estar lo más normal posible; pero era difícil teniendo en cuenta las circunstancias, yo medio desnudo y ella también. Era inevitable ...
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