1. Mi gordita y hermosa Carlota me pone caliente


    Fecha: 16/09/2023, Categorías: Lesbianas Autor: Amorclandestino, Fuente: CuentoRelatos

    ... pude intuir aquellos días que tenías la menstruación y sufrías tanto con tu dolor de ovarios. Recuerdo que tenías la piel más sonrojada que lo que ya se te suele ruborizar habitualmente, y me abrazabas y me besuqueabas con aún más frecuencia.
    
    En lo noble, sensible y cariñosa que eres. Tu peculiar voz hablándome de ti y de tu paso por esta dura vida, con sus luces y sombras, al compás de sonrisas, llantos y abrazos de consuelo. Tu peculiar voz poniéndose sutilmente sensualona cuando me diriges palabras cariñosas y me abrazas o me das besos en las mejillas y en la frente, casi devorándome.
    
    En aquella vez que volví de comprar unas cosas y cuando entré a la habitación te cacé con la puerta del lavabo abierta haciendo tus necesidades. Te ruborizabas y respirabas y te mordías el labio sensualmente mientras apretabas, algo que, no sé por qué, me excita muchísimo.
    
    En las largas conversaciones que teníamos en la intimidad de la habitación del hostal donde nos encontrábamos alojadas y que unos pocos días después de empezar a conocernos me propusiste muy amablemente compartir, ya que la tuya, a diferencia de mía, tenía una cama para dos personas.
    
    En la noche que me instalé a tu habitación. Me diste una caliente bienvenida con el cabello suelto y sin nada más ni nada menos que una camiseta roja de tirantes anchos, unas sexys braguitas negras y tus chanclas negras de cuero y plataforma de cuña alta. Ufff... Tal y como ya te imaginaba en mis fantasías más eróticas desde el ...
    ... primer momento que te vi. Una vez dejé la maleta, me abrazaste muy fuertemente hasta cogerme en brazos, teniendo en cuenta lo grande y fuerte que tú eres a mi lado y lo pequeña y frágil que yo soy a tu lado. Solo hacía un par de semanas que nos conocíamos, pero ambas ya sentíamos una fuerte conexión, como si nos conociéramos de toda la vida.
    
    En nuestros largos cálidos e intensos abrazos. Mi menudo y delicado cuerpo pegado al tuyo, grande y fuerte. Tus grandes brazos mi castillo, mi muralla de protección. Tu respiración el aire que necesito para vivir. Tus dulces latidos sincronizándose con los míos mi reloj. Tu corazón mi cielo.
    
    En aquella mañana que estábamos desayunando en la mesita de la terraza de la habitación del hostal. Llevabas el cabello suelto y nada más ni nada menos que una camiseta de tirantes negra, las chanclas de plataforma y unas braguitas negras, como sueles ir para estar por casa. Estabas comiéndote lentamente un plátano bastante grande, que ibas mojando con crema de yogur a medida que te lo comías, primero lamiéndolo lentamente con los ojos cerrados y después, una vez limpio de yogur, mordiéndolo muy despacito. Mientras ibas comiendo, se te derramaban algunas gotas de yogur en tus gafas, en tu cabello y en tu escote. Ufff... También pienso en aquel mediodía que fuimos a comer en el chiringuito de la playa. No llevabas nada más ni nada menos que tu sensual triquini negro bien arrapado a tus abundantes curvas y tus chanclas de cuero y plataforma. Fuimos a ...