1. La ducha


    Fecha: 24/09/2023, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Me llegó un mensaje de ella: te espero esta tarde. Yo estaba en una de las clases más aburridas que recuerdo, además del embotamiento mental ya me empezaba a pasar factura la espalda por estar sentado cuatro horas seguidas en esas sillas durísimas. Faltaría una media hora todavía para que termine la clase, pero el asunto ya estaba cerrado hacía rato, el profesor daba vueltas sobre alguna conclusión secundaria que estaría considerando a raíz de alguna lectura alternativa de un autor no muy conocido. Me paré, miré el celular, como si en un gesto irrelevante pudiera explicar al profesor y al auditorio que tenía un asunto urgente que atender, o que estaba apurado, como si tuviera algo que explicar. No me gustaba nada la idea de hacer el viaje en hora pico en transporte público hasta su casa, así que aproveché esa media hora de ventaja para correr al subte. Ella me esperaba en la casa de sus padres, vivía con ellos y su hermano, el mensaje que me había llegado era en realidad casi un código, tenía la casa sola. Algunas tardes ocurría esa fantástica coincidencia que ubicaba al hermano en un partido de fútbol, a la madre en su reunión semanal de amigas y a su padre, por supuesto, trabajando. O tomándose un descanso en el bingo, perdiendo y bebiendo, o visitando algún alojamiento de la ciudad con una acompañante paga. La cuestión es que a nuestra edad, tener la casa sola significaba acceder a la privacidad absoluta, no solamente quedábamos libres de la mirada, más bien el oído, de ...
    ... sus padres sino que además parecía abrirse un espacio oculto en nuestra conciencia. Como si ese estar solos no fuera meramente un acceso a la privacidad, sino también a una dimensión de nuestra vida que apenas empezábamos a descubrir. Nos dedicaríamos a explorarla numerosas tardes y luego noches, con un ansia irrefrenable, un ardor que hacía vibrar el aire y, finalmente, un profundo amor.
    
    Hacía un calor sofocante y ya estaba transpirando, habría hecho diez minutos en el subte y pesar de no ser hora pico, estaba lleno. Un par de estaciones después bajé y empecé a caminar, su casa quedaba a unas quince cuadras de la estación. Faltando dos, le mandé un mensaje: estoy llegando. Me estaba esperando atrás de la puerta, era bastante más bajita que yo, tenía la piel bronceada, el pelo negro, los ojos marrones brillando. Estaba usando una remera blanca vieja, con algunos agujeros y un short de River que le quedaba grande; estaba de entrecasa. No tenía maquillaje, ni estaba peinada, pero estaba hermosa y fue lo primero que le dije mientras la abrazaba.
    
    - ¡Estás todo transpirado!
    
    Esa fue su amorosa respuesta, igualmente tenía razón. Todo el día en la facultad y el viaje apretado me había dejado cansado, transpirado, sucio. Noté que se le marcaban los pezones debajo de la remera gastada, obviamente no tenía corpiño. No usaba cuando salía, menos iba a usarlo en casa. La agarré de la cintura y apretándola contra mí la besé, sentí su perfume dulce y natural, el contacto con su pecho. ...
«1234»