1. Memorias, entre el pasado y el presente (3)


    Fecha: 11/10/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: zorroblanco2003, Fuente: SexoSinTabues

    ... larga sin nada que hacer. Recorrí el campo y vi a los esclavos, regresando tras un largo día de recolección, cantando como siempre hacían. Tras la cena aquella noche le dije a Dora que quería acostarme temprano así que me preparase el baño pronto, en un intento de acelerar el tiempo y acercar el momento en que Dora volviese a deleitarme con sus caricias. Como cada noche, ella me preparó el baño, yo estaba con el pito tieso mientras lo hacía y ella sin duda me veía y sonreía. — El señorito esta noche está nervioso por algo. —me decía. — ¡Oh Dora! Bueno, yo me preguntaba si tu podrías acariciarme como hiciste anoche, mira en la mesa, te he traído un trozo de tarta si quieres comértelo. — ¡Qué amable es el señorito con Dora, yo también lo quiero mucho y seré buena con él! —creo recordar que me dijo ella, llenándome de ilusión. Cuando me desnudé, ella me observó de abajo arriba y complacida me ayudó a meterme en la bañera. Allí, como si fuese pequeño me enjabonó y me lavó con delicadeza. Cuando llegó a mis partes me hizo levantarme, y con mucha espuma hizo desaparecer mis bolas y mi pito en ella, para luego dejar la esponja y con sus negras manos frotarme con el jabón. Aquello fue el no va más, yo tenía que sujetarme a su hombro pues de la excitación temía caerme pues hasta las piernas me temblaban, qué tiempos aquellos en los que se descubren estos placeres, no hay nada igual. Dora hizo un excelente trabajo, me encantó y consiguió que me corriese por todo lo alto, sujetándome a ...
    ... su enorme cuerpo mientras me rodeaba la cintura con una mano y con la otra me masturbaba suavemente. Yo aproveché y le palpé aquellos senos tan enormes y tan jugosos, le pellizqué sus enormes y gordos pezones negros llenándolos de espuma y mojando su vestido de algodón blanco. Pero lo que más delicioso fue, es que le subí su vestido y agarré su culo, redondo y suave, más enorme que sus pechos. Incluso llegué a meter mi mano bajo su taparrabos y este se aflojó y cayó al suelo. — ¡El señor está siendo muy malo esta noche! Eso no está nada bien. —me decía mientras me sonreía. — ¡Oh Dora, qué buena eres conmigo! —exclamaba yo mientras mis manos seguían explorando aquel cuerpo maravilloso y tremendamente sensual. Hasta hoy me estremezco al recordar aquellas curvas, aquellas formas y aquel calor. Creo que no llegué a palpar su sexo, o no lo recuerdo bien, pues nublada tenía la mente en aquellos momentos, sí se que recorrí ambos cachetes y parte de sus muslos por la cara interior, así que igual lo rocé desde atrás. Al final me corrí como ya he dicho antes. Dora, tan afectuosamente como en todo momento, me dejó caer en la bañera y reposar allí. Luego, cuando me repuse me aclaró con agua limpia y me ayudó a secarme. Al terminar de hacerlo le dije que quería verla desnuda y ella sonrió como siempre y se resistió. — Pero señor, qué va a querer ver usted, ya estoy muy mayor —me dijo para negarse a mis pretensiones aunque lo cierto es que no era tan mayor, pero debía rondar la treintena, ...
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