A veces... sin buscar, se encuentra
Fecha: 09/10/2023,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: VoyeurXVII, Fuente: CuentoRelatos
... pagamos la cuenta, y se subió a mi automóvil.
Ella intentó explicarme que tenía un compromiso en un par de horas, y yo le dije que no había ningún problema, que en alguna otra oportunidad podríamos encontrarnos... pero sin embargo mis manos no estaban muy de acuerdo con mis dichos, y le tomé la cara y le besé los labios, en un beso que fue muy bien correspondido.
Me dijo que no buscaba sexo... que estaba buscando un compañero, y estacioné mi auto al borde de la ruta... y la besé con pasión, y me besó con pasión...
Su mente, intuyo, era un infierno, entre entregarse y mantenerse en su negativa... pero cuando mi mano rozó su pecho, un gemido salió de sus labios.
Estúpido de mí, recién allí comprendí que Lucrecia deseaba ser acariciada, tanto como yo lo deseaba, y sus negativas lógicas, eran porque no me conocía, porque hacía quince minutos que me había visto por primera vez, pero su cuerpo vibraba, y su piel ardía... hasta que me dijo que siguiera el camino, y me llevó a un bosque, y entre dos árboles enormes, estacionamos el auto.
Nos reímos mucho de la situación, porque parecíamos dos adolescentes, en salida con auto robado a los padres, y en “villa cariño”, pero nos deseábamos, y comencé a acariciarla y a besarla, y comenzó a corresponderme... mis dedos frotaban su clítoris, y su cuerpo se retorcía de placer... las ropas desordenadas, mi mano acariciándola por completo, y mis dedos recibiendo la humedad de sus jugos, de sus mieles... mi boca recorría su ...
... boca, y mis dedos –primero uno, después dos- penetrándola dulcemente, sin prisas.
Sus gemidos iban en aumento, y mis caricias no dejaban de ser lentas, acompasadas, cuando su cuerpo se tensó todo, y su cara se transfiguró, en un gesto que no dejaba dudas: un suave orgasmo –acompañado con un largo y dulce gemido- estaba recorriendo su cuerpo.
Recién en ese momento, comenzó a acariciarme, y fue recién allí cuando comencé a quitarle sus ropas... el sol caía, y la oscuridad estaba de nuestro lado, cómplice, cuando nos pasamos al asiento de atrás del automóvil.
Lucrecia se sentó arriba mío... tomó mi miembro con su mano –estaba durísimo y deseoso- y se lo apoyó en su abertura... dejándose caer dulcemente... apoyó sus manos en mis hombros, y comenzó a moverse rítmicamente, empezando otra vez a gemir, disfrutándome cada palmo de mi piel...
Saboreaba sus pechos en mi boca... mientras mis manos tomaban sus nalgas y las atraía hasta mí... cuando me dijo algo al oído, al sentir que mis dedos se acercaban a su culito: “haceme lo que quieras”...
Hasta ese momento, estaba gozando de su cuerpo... sintiendo sensaciones ricas y sabrosas, pero sobre todo, gozando del placer que estaba dándole... estalló en sensaciones dos o tres veces más... cada vez con más gemidos, cada vez con más gritos... cada vez, con sus dedos recorriendo mi espalda...
La tomé de la cintura... apoyé su espalda en el asiento... y comencé a moverme con furia.
Entraba y salía, sin detenerme... y cada ...