1. El rico culo de una cajera bancaria casada


    Fecha: 05/11/2023, Categorías: Infidelidad Autor: AlonsoLima, Fuente: CuentoRelatos

    Por problemas crediticios y tributarios, la empresa en la que trabajaba me pidió utilizar mi cuenta bancaria para algunas transferencias de fondos. Eran montos importantes, pero en aquella época el supervisor tributario no se fijaba mucho en esos detalles. Si usaban una cuenta de la empresa, el banco o la Sunat hubiesen incautado los fondos, lo que sería peor para todos.
    
    Todos los ocho responsables de sedes, empezamos a recibir en nuestras cuentas el dinero necesario para cubrir los gastos operativos de cada sede, los sueldos del personal local, alquileres, compras locales, etc. Eran dos transferencias mensuales con montos que sumados en un año ya eran muy significativos. En perspectiva me arriesgué pues pude tener problemas legales (lavado de activos) o tributarios (ingresos no declarados) felizmente nada de eso pasó.
    
    La sede donde yo trabajaba estaba ubicada en un pequeño pueblo andino. La oficina bancaria donde debía realizar los retiros era muy pequeña, con 2 ventanillas bancarias, pero usualmente sólo había una abierta, con una cajera. La otra ventanilla la habilitaban los días de pago de planillas a las empresas locales. Esos días ni me aparecía por el banco pues era un tumulto.
    
    Al tercer o cuarto retiro de mi cuenta me di cuenta que Andrea, la cajera, había pasado de una actitud fría, profesional y distante a una abierta cordialidad. Ya no me decía Sr. X (por mi apellido) sino Sr. Alonso, usando mi nombre. Me sonreía ya abiertamente y yo le seguía el juego. ...
    ... Un par de retiros pensé que le caía bien mi encanto y carisma personal, pero descarté rápidamente tan ingenua suposición.
    
    En el quinto o sexto retiro ella no aguantó las ganas y siendo el único cliente en ese momento me preguntó
    
    - ¿usted señor Alonso donde vive?
    
    - En el Hotel Mauri en la Plaza de Armas
    
    - Sí, lo conozco, íbamos con mi esposo cuando aún éramos novios (me enteré en ese momento que era casada)
    
    - ¿Tu esposo es de acá?
    
    - Sí, pero es ingeniero y está trabajando en Arequipa ahora, viene una vez al mes.
    
    - Debes extrañarlo mucho.
    
    - Sí, claro es terrible estar sola.
    
    - Yo estoy solo acá también, si te animas tomamos un café un día.
    
    - Lo siento señor Alonso, las personas hablarían mal.
    
    - Lo entiendo, no te preocupes.
    
    Seguí yendo quincenalmente a retirar el dinero para los pagos y conversábamos algunas palabras. Fluía la confianza, pero en un pueblo tan pequeño, era difícil que algo prosperara. Averigüé (indirectamente) quien era su esposo y era parte de una de las familias importantes del pueblo. Indagando un poco más me comentaron que ella era “una arribista bien casada”. Entendí que en una gran ciudad ya estaríamos cogiendo, pero no en un pueblo así de pequeño.
    
    La deseaba. Pero no me animaba a chocar con las familias importantes del pueblo. Ella deseaba al hombre que retiraba tanto dinero quincenalmente, pero no se animaba a arriesgarse. Estábamos en una encrucijada.
    
    Un sábado fui de paseo a un pueblo vecino. A poco más de una ...
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