1. Cuánto hombre para mi sola


    Fecha: 13/10/2018, Categorías: Confesiones Autor: Rosa rosaesp, Fuente: CuentoRelatos

    ... Mi vagina estaba tan llena de líquidos que se oyó en toda la sala el chapoteo. El golpe me repercutió hasta la punta de los pelos. Me follaba con una violencia desconocida para mí y cada embestida era un nuevo chapoteo. Su polla, al ser corta no entraba mucho, pero era de un grosor bastante bueno y mi entrada estaba muy dilatada. A cada chapoteo y gemido mío, sus compañeros le jaleaban con los típicos comentarios:
    
    ― ¡Rompe a esa puta!
    
    ― ¡Demuéstrale quien somos…!
    
    ― ¡Que pida misericordia o más pollas…!
    
    Desde luego estaba haciendo un trabajo muy bueno, ya que logró arrancarme los dos primeros orgasmos de la noche. El chico sudaba y resoplaba del esfuerzo hasta que, apretando los dientes, se corrió. Se quedó boqueando un rato, como un pez. Saco su pene. El preservativo estaba viscoso de mis licores vaginales y su depósito bien lleno de su leche. Me bajé de la mesa, me arrodillé y le saqué el condón. Cogí su flácido pene y me lo metí en la boca, lamiendo y succionando para no dejar ni un solo grumo. Mientras, cogí el preservativo y me lo vertí en el escote, volviendo a notar como el esperma se deslizaba entre mis tetas y reuniéndose en mi tripita con el de su compañero. Me levanté muy, muy satisfecha…
    
    ―Bueno, chicos, ya han caído dos… ¿Quién va a ser el tercero en sucumbir?
    
    Se adelantó el más alto de los tres. Bajó su mano hasta mi húmeda raja y comenzó a acariciarme el clítoris.
    
    ―Eres una zorrita… ahora vas a ver lo que es un hombre de verdad.
    
    ―Menos ...
    ... hablar, cabrón, y más follar…
    
    Me agarró por los hombros y volteándome, me dio la vuelta, me empujó contra la mesa, dejando mi culo en pompa y mi tripa y pechos contra la mesa. Luego, muy, muy despacio comenzó a penetrarme. La follada de este era diferente. Se esmeraba más en restregar su pene por mis paredes vaginales, produciéndome unas descargas orgásmicas desde la punta de los pies hasta el pelo. Se removía dentro de mí como una serpiente.
    
    ― ¿Te gusta, putón?… ¿Te gusta…?
    
    Ya lo creo que me gustaba. Para demostrárselo, pegué aún más mis nalgas a él. Él, para moverse mejor, deslizó sus manos entre las cinchas de mi liguero y mis nalgas, me agarró las caderas y arreció en sus movimientos, que eran suaves pero firmes, hasta el punto que dos o tres veces me levantó del suelo. Mi tercer orgasmo me vino como una explosión en mi útero y una descarga de fluidos vaginales. No me di cuenta como otro de los chicos dio la vuelta a la mesa y me metía la polla, enfundada, en su preservativo, en la boca.
    
    ― ¡No aguanto más, come… ¡Comeee!!!
    
    Ya lo creo que comí. La primera vez desde Granada que tenía dos pollas en mi cuerpo. Le comí la polla, se la chupé, me metí los huevos en la boca, todo eso mientras su amigo hacía de batidora con su rabo en mis entrañas. Estaba en esa locura cuando me vino casi seguidos el cuarto y quinto orgasmo. Todavía me estremecía cuando noté que el condón de la boca se hinchaba. También su compañero debía de haberse corrido porque con un ruido de ...