Diario de Eva (episodio I): Fuera de su liga
Fecha: 04/12/2023,
Categorías:
Sexo Oral
Autor: EvaManiac, Fuente: CuentoRelatos
No es verdad que yo sea una fisgona compulsiva, pero es que aquel día, cuando llegué de una fiesta a las 3 y media de la madrugada, y entré en mi portal, vi una luz ahí al fondo, una especie de final del túnel en el contexto de un vestíbulo oscuro y tenebroso. Mi obsesión por la discreción más absoluta me impidió darle al botón de la luz, así ningún vecino sabría a qué hora llegaba “aquel pendón” del cuarto primera.
Mi obsesión por la discreción más absoluta me impidió darle al botón de la luz, así ningún vecino sabría a qué hora llegaba “aquel pendón” del cuarto primera.
El brillo tenue procedía de un ventanal interior de época, de esos que todavía perseveran en los antiguos edificios de las grandes ciudades, donde las familias más acomodadas vivían en las plantas inferiores para un mejor acceso, y el ordenanza tenía su propio hogar en los bajos, para servicio y disposición de los propietarios más magnificentes.
Antonio era el subalterno que ocupaba ahora esa residencia humilde, un tipo amable, de unos treinta y pico, larguirucho y peludo, nariz grande y perilla desaliñada. Antonio se había adaptado a los tiempos y no atendía solo a los vecinos más pudientes. Estaba siempre a disposición de cualquier vecino para recoger sus recados, guardar sus paquetes y censurar el acceso a las visitas indeseadas. Nunca conocí con más detalles el estado o disposición de su vivienda. Solo sé que le fue entregada como parte de su sueldo. Pero tampoco me molesté en conocer un poco ...
... mejor al propio Antonio. Más allá de su buena educación y obligaciones para con la comunidad, el tipo nunca me llamó la atención. Quizás por su físico abyecto, pero también porque nunca pensé que tuviera que ver nada conmigo.
Pensé que era el momento de camuflarme entre las sombras y aproximarme al ventanal, anhelando que nadie entrara por el portal a esas horas y me pillara husmeando en las rendijas medio cerradas que, aun así, permitían un breve atisbo de la sala principal, donde solo pude confirmar que la tele encendida ofrecía algún programa que aún no podía descifrar bien. Antonio estaba sentado en el sofá granate de espaldas a mi posición de espía. Solo podía verle la coronilla y cómo ésta se movía de forma espasmódica. Un escalofrío me recorrió el cuerpo de repente. La pose furtiva, el cansancio acumulado y los niveles de alcohol en sangre, seguro que tuvieron algo que ver con esa sensación de estremecimiento.
Comprendí enseguida lo que estaba pasando. Especialmente cuando pude enfocar mejor la vista hacia el monitor para fijarme en las redundantes escenas que se mostraban. Cuando me di cuenta me agaché rápidamente, embriagada ahora de rubor y algo de vergüenza. Pero volví a mirar. Esta vez con más cautela, evitando emitir el más mínimo ruido.
Así se presentaba el tema: Antonio se estaba haciendo una paja de las buenas, a juzgar por sus leves jadeos pero briosos movimientos. No le podía ver a él, pero sí la sesión repetitiva de personajes masculinos eyaculando ...