Chica menstruante (I y II)
Fecha: 09/12/2023,
Categorías:
Fetichismo
Autor: erotic_teller, Fuente: CuentoRelatos
... tienes?
- Tengo 18.
- Joder, ¡18 años! – Yo cada vez daba menos crédito a lo que esa persona me estaba diciendo.
- ¡Por favor, tío! Vamos a quedar. ¡Lo necesito!
Y, después de unas cuantas palabras más, acabé por quedar con ella en el portal de mi casa para esa misma tarde. Lógicamente pensé que todo eso era una de las muchas bromas que se gastan en los chats. Lo más probable es que no apareciera nadie, o que quien apareciera fuera un tío que se iba a burlar de mí, o cualquier otra situación distinta a la que había quedado. Pero, como decía, hacía mucho que no follaba, estaba deseando poder hacerlo fuera como fuera y, aunque no tenía muchas esperanzas de poder hacerlo, la polla venció de nuevo a la razón.
A la hora a la que habíamos quedado estaba yo esperando a la puerta de mi casa, nervioso como un flan y con unos sentimientos enfrentados. Por un lado, deseaba que todo eso fuera verdad, que realmente una chica de 18 años quisiera follar conmigo y que lo hiciera de una forma muy dura y asquerosa. Pero, por otro lado, tenía miedo precisamente por eso, por la juventud de la chica, por el posible engaño y por las dudas de una cita a ciegas.
Nerea, que así me dijo que se llamaba, llevaría un vestido azul de verano, con tirantes. Así que cuando, casi diez minutos después de la hora, vi aparecer por el extremo de la calle a una chica con un vestido azul, mi corazón empezó a latir de tal manera que parecía que iba a estallar.
Cuando se acercó a mí y se ...
... presentó, todas mis dudas se disiparon. No podía creer lo que tenía delante de mis ojos. Nerea era una chica joven, alta, de más o menos 1’70 y un cuerpo precioso. No era ni gorda ni delgada, tenía unas bonitas caderas y unos muslos que se adivinaban duros y suaves a la vez. Sus ojos eran verdes y su pelo, moreno y liso, caía libre sobre sus hombros. El escote del vestido permitía ver unas tetas no demasiado grandes que brillaban con el sudor que desprendía su cuerpo. Y, además, me sonreía.
Ver esa belleza de chica, saber que era real, intuir el cuerpo que había debajo de esa ropa, imaginar el coño húmedo y sangriento …, todo ello hizo que me empalmara sin necesidad de más.
- ¿Subimos a casa entonces? ¿Te parezco bien? – pregunté para asegurarme de que no estaba en un sueño.
- Sí, me pareces estupendo. Con que tengas una polla que quiera follarme según estoy me vale – contestó ella sin ningún rubor.
Subimos a casa y, nada más entrar, me preguntó dónde estaba el dormitorio. Yo había colocado encima de la cama unas cuantas toallas de baño, previendo lo que podría pasar en la situación en la que estábamos. Nerea lo vio y sonrió.
- Vaya, eres muy previsor. No se te escapa nada.
Y en ese momento se acercó a mí y, sin decir una palabra más, me agarró la cabeza para atraerla hacia ella y empezar a besarme como no lo había hecho nadie en muchos años. Sus labios besaban los míos con rapidez, mientras sacaba su lengua y me la pasaba por toda la cara. Yo abrí la boca y empecé ...