Dulce perla blanca mexicana
Fecha: 21/12/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Luis en Arcadia, Fuente: CuentoRelatos
Roberta es muy hermosa, honestamente, siempre usaba ropa holgada y su apariencia es un tanto descuidada, pero cuando bajaba del baño a la alberca fue algo espectacular, su piel es blanca, es pequeña y delgada, debe pesar unos 50 kilogramos, 24 años, usaba un bikini color naranja, se podía ver una cintura sumamente esbelta y unas piernas muy bien proporcionadas que el gimnasio había ayudado a tornear demasiado bien.
Una vez se fue acercando se podían ver unos pechos algo pequeños pero lo suficientemente apetecibles y debajo había una tanga que además de los hilos de la cintura y el culo sólo cubría una parte por delante muy pequeña de su monte, se alcanzaban a ver los bordes de su pubis muy bien depilado. Y unos rizos castaños preciosos que se sujetó con un chongo cuando entró al agua.
Fue la primera en salir de la alberca, la escena de Roberta de espalda incorporándose para salir, derramando gotas de agua de su cabello ondulado ya suelto a través de su columna cayendo con velocidad hasta sus preciosas nalgas blancas que sofocaban y hundían ese hilo naranja entre ellas me dejó con mi bañador a punto de explotar bajo el agua.
Horas después al caer la noche y con algunos tragos encima nos besamos y ambos sabíamos lo mucho que deseábamos que ese momento llegara, el conocerla de hace años y su matrimonio eran un aliciente para hacerla mía, ya no importaban las consecuencias ni nada para ese momento.
Le pedí que se pusiera ese bikini para mí y así lo hizo, me sentó en ...
... una silla y en parte por lo ebria que estaba comenzó a bailarme, se puso de espalda a mí y restregaba su culo en mi verga, tan rápido ya tenía una erección, desaté el sujetador y me puse a sobar sus tetitas con enjundia, quité mis manos de ellas sólo para desnudarme por completo, le di la vuelta, la senté en mi regazo y me comí ese manjar que aunque era algo pequeño para mí era un deseo, un capricho, areolas y pezones rosados y algo medianos, muy paraditos y duros, me gustaba tanto el contraste de ellos con el blanco de su piel. Me sostenía mi cabeza y la presionaba contra su pecho, yo me hundía en sus chichis y chupaba sus pezones, les daba ligeros mordiscos a los pezones y con mi lengua hacía círculos en sus areolas, sentía un calor inmenso e intenso, y ese sudor que provoca un buen polvo en mi frente y mi pecho.
Roberta suspiraba y empujaba su cabeza hacia atrás pero sin liberar presión de mi cabeza en sus tetas, tuve que hacer fuerza para sostenerla o nos caeríamos de la maldita silla.
-Roberta: Ahhmm, ahhmm, chúpalos bebé, chúpalos, qué rico siento. Sigue, sigue…
Sin retirar su tanga solo haciéndola a un lado le pasé dos dedos en la raja y gimió con sutileza, al asegurarme que estaba mojada chupé mis dos dedos y le di un beso en la boca para que también pudiera saborear su propio sexo. Saqué un condón de mi short, Roberta me lo puso, tomó mi verga y se la ensartó con facilidad en su pucha, por fin me liberó de esa llave que tenía presa a mi cabeza, sus manos se ...