La madre de un amigo
Fecha: 07/01/2024,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Hades, Fuente: CuentoRelatos
... del mesón recibidor que divide la sala de la cocina y viene a abrirme. Se estira un poco para meter la llave en el candado. Bajo la mirada a su entrepierna, le veo los dos labiecitos de la vulva bien marcados. Siento dentro de mí una excitación creciente como una ola gigantesca, como un tsunami. Mi pene se para de inmediato; trato de disimular la erección, pero es complicado, siento que se me va a reventar. Entro. Shelley me hace pasar al cuarto y nos ponemos a ver una película.
-¿Y Leila? -pregunto.
-Está donde una tía en San Fernando.
La película no la entiendo. Shelley trata de explicarme el argumento, pero ella tampoco entiende muy bien de qué va la cosa. Me recuesto en la cama. Shelley está al lado sentada en una silla. Por el rabillo del ojo veo que mira el bulto parado.
-Bueno y ¿a ti qué te pasa? -me dice.
-¿Por qué? -digo, haciéndome el desentendido.
-Porque tienes el pene parao.
-Erda Shelley, a veces se me para y no me doy cuenta. Me pasa a menudo.
-Sí -dice ella-. Te lo he visto así varias veces. ¿Acaso tu novia no viene a visitarte?
-Venía... -le digo-. Ella me dejó. Se fue para su pueblo y no ha venido más.
-Bueno, vas a tener que ir a buscarla.
-¿Será, Shelley?
-Claro. O por lo menos mastúrbate, pa' que se te baje la calentura.
-No tengo costumbre de masturbarme, Shelley.
-Entonces vas a tener que echarte agua fría.
-Sí...
-Abre el ojo -continúa Shelley-, que por ahí dicen que el esperma se les sube a ustedes ...
... a la cabeza si no descargan.
No sé cómo lo tomará; ¿será que le digo? Mmm... Qué carajos, a la de Dios.
-¿Por qué no me ayudas, Shelley?
Más que una pregunta, es una invitación. Ella entiende lo que quiero decirle. Se echa a reír. Dice:
-¿Cómo se te ocurre, ah?, ¿cómo se te ocurre que me voy a acostar con el amigo de mi hijo? Y más aún, ¡cómo voy a engañar a Sebas, tan bien que se ha portado conmigo?
Shelley se levanta y va al otro cuarto. Ércole, ¿será que la embarré? Voy a esperar un ratico para ver si viene. Espero. Nada. Se demora. Nada. No viene. Voy a ver qué hace. Salgo del cuarto y me dirijo al otro. Está la puerta cerrada. Toco y llamo:
-Shelley.
-¡Eu! -contesta ella, abriendo la puerta.
-¿Qué haces? -pregunto. Y, sin quitar los ojos de mi erección, dice:
-Me voy a cambiar para vender mis obleas.
-Shelley, por favor. No te lo pediría si no tuviera la urgente necesidad -entro despacio al cuarto-. Además, nadie se va a enterar, te lo aseguro. Esto va a quedar sólo entre nosotros dos.
Ella lo piensa unos segundos, sin levantar la cabeza.
-Bueno, pues -dice-. Pero que sea rápido.
Veo que se monta en la cama y se pone en cuatro patas, de perrito. Me ofrece la estampa redonda de sus nalgas. Le bajo la licra y el panty. Tiene el nudillo del ano limpio. La vulva es una bomba rosada a punto de explotar. Poso mi mano en ella, se la aprieto: está mojada. Sin decir palabra, gira la cabeza un poco para verme. Saco mi miembro erecto y le ...