Del hombre que supo acariciarme con sus palabras
Fecha: 23/01/2024,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Tan humana, Fuente: CuentoRelatos
Tuve un alguien que quise unilateralmente aun siendo tan egoísta. Fuimos al swinger por invitación de él y decisión mía. Pese a saber que nunca antes lo había hecho, esperaba una conducta de experta -con un perfomance envidiable- que satisficiera su ego. Muy a su disgustada sorpresa, mi curiosidad (expresada) se enfocó más en conversar con otras parejas y ver, que en culear. En mi cabeza, todo lo que no fui capaz de hacer en público lo haríamos a solas. Estaba a mil. Mi conducta era casta pero la imaginación impúdica. Lejos estaba de sospechar que con la intención de “castigarme” informaría que no existía tal opción. Expresé enérgica mi sentir y me resolví a no tolerar nada más. Casi podía leer el titular “Murió buscando el sol bajo tierra”.
Me saturé de sus limitaciones, de su exilio afectivo, de sentirme uno de los huecos sexuales ocasionales a su servicio. A su lado, el bienestar (hasta sexual) brillaba por su ausencia y el sufrimiento crecía como un cáncer. Me harté: su desinterés por mí, perforaba el alma. A pesar de una verdad tan contundente - la duda hizo su debut acompañada del temor- ¿Lo pensé bien? Sí. Alejarme era un acto de lealtad personal. Y, sobre el ayuno sexual por venir: creatividad y buen pulso. Debía ocuparme.
Abrí el compu para estudiar y vi la notificación, era un premio académico a un hombre que nunca conocí, pese a interactuar por e-mail. Ni siquiera escuché su voz alguna vez, era joven, profesional, casado, vivía en otro continente y hasta ...
... trabajaba. Sus artículos contenían el e-mail y con la certeza de la distancia le escribí con cordialidad y decoro; respondió y tan sólo un mes después la sexualidad afloró:
—Es un placer leerte y saber que mis palabras supieron acariciarte.
—Elizabeth... Es un bonito nombre para susurrar al oído, o dejar escapar de entre los labios en el momento del clímax
—Besos y lametones!
—Un besito donde gustes
Su estilo de redacción era sereno, elegante, colmado de una fina coquetería y sin embargo, directo. Jamás le confesé que tenía 18, quería jugar a los correos y con cada mensaje descubría un cosquilleo. La comunicación cesó. Pero, ahora lo leía de nuevo y empecé a preguntarme ¿Cómo sería de habernos conocido en esa época?, ¿Cómo saludaría?, ¿Cómo me comería? Mi loca imaginación voló.
No veía su cara pero sí su cuerpo, debía medir 1,78 m, atlético, blanco, verga linda tamaño medio, no venosa y su aroma alterna entre Light Blue de Dolce & Gabbana y Allure Chanel. Me toma por el brazo, besa el lóbulo de la oreja y el cuello, pronuncia mi nombre dirigiéndose a mi centro, con morbo y acento erótico, le da un piquito por encima de la ropa, para finalmente subir y besar cada mejilla dejando expectantes mis labios. ¡Actúa tan normal!, que la nombre y salude con tanta seducción ¡me hipnotiza! Cada una de mis cavidades quieren premiarlo por eso.
Iríamos directo a un hotel, la decencia no tendría cabida en su agenda. Sería una mañana fria, perfecta para una ducha tibia y en ...