1. El obrero y el policía...


    Fecha: 16/10/2018, Categorías: Gays Primera Vez Autor: renovatio111, Fuente: xHamster

    ... de trabajártelo y yo lo tengo. Esta cualidad también me ha proporcionado la oportunidad de partir algunos culos jóvenes y vírgenes de vez en cuando, y mis compañeros de trabajo más antiguos lo saben. Saben que cuando a veces desaparezco con un joven macho de cabeza rapada y culo fuerte a la hora del almuerzo, vuelvo a trabajar con el sabor en la boca de la polla del chico, el olor de su entrepierna en mi bigote y mi barba de dos días, y a veces su semen fresco y joven resbalando por mi garganta hacia mi estómago. Y el chaval aparece con el aroma de mi leche en su pecho, y alguna vez con mi semen en sus entrañas, manchándole los calzoncillos.Pensando en todo aquello, me puse mucho más cachondo, y vi el sudor formándose en la frente de aquel pedazo de mosso mientras intentaba entender los documentos. Aquel sudor me descolocó. Me levanté lentamente, me acerqué sin despertar suspicacias por la espalda, y le bajé de un tirón los pantalones hasta las rodillas, probablemente cargándome algún botón o el cinturón del policía en el proceso. El policía, completamente descolocado, se fue a coger el pantalón para subírselo, instintivamente, momento que aproveché para cogerle las muñecas y envolvérselas con tiras de plástico de las que usamos para sujetar tubos y cables. Las había visto utilizar por los policías americanos en alguna serie, y creo que son más útiles que las esposas.- Pero... ¿Qué hace?- se sorprendió él.Aproveché su confusión para sacarle el cinto con la pistola y las ...
    ... esposas, y mientras intentaba liberar sus piernas de sus propios pantalones, le esposé el tobillo a uno de los soportes que apuntalaban el techo.- No se mueva mucho que se nos cae el techo encima.- le advertí con indiferencia.Era mentira, pero él se lo creyó todo.- Suélteme. ¿Pero qué hace, imbécil?- Nada que no me haría a mi mismo.Ahora que tenía a ese oso macho atado y casi domado, pude empezar a recrearme. Podía disponer de él de espaldas o de boca, apoyándole en un bidón u otro. Le empecé a desabrochar la camisa, mientras él me miraba con ojos aterrorizados. Como esperaba, aquel pueblo era muy pacífico, y el mosso estaba acostumbrado a que los problemas se limitaran a borracheras o algún robo ocasional. Tenía la guardia baja. Descubrí su amplio y fuerte pecho pelado. Se debía afeitar, que pena. Pero su piel tenía un tono anaranjado, casi enrojecido, muy seductor. Su vientre fuerte sobresalía como un único monte de carne. Los músculos estaban ahí, bajo la piel, densos y resistentes, pero su vida tranquila de poli local no se los destacaba como a mi, que se me notan las curvas de los abdominales. Con esfuerzo, pero gracias a mi experiencia, le conseguí quitar la camisa sin liberarle. Creo que el pobre mosso no sabía lo que le esperaba hasta que me bajé los pantalones yo también. Mis calzoncillos de diseño estaban deformados por la presión de mi miembro viril y me daban un aspecto atlético. Mi víctima llevaba unos calzoncillos muy normales, casi de crío. Creo que él se dio cuenta ...
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