1. El jefe de mi esposo me hizo trabajar como puta


    Fecha: 12/02/2024, Categorías: Infidelidad Autor: AlonsoLima, Fuente: CuentoRelatos

    ... hace eso a una puta, pues pasan por muchos. Que quizás el tipo era un sucio o un pervertido. Me dio un poco de miedo, pero él me tranquilizó. Me dijo que, si al llegar me parecía de poca confianza, lo hiciera salir de la habitación y que todo quedaría así.
    
    Finalmente llegó. Me avisaron de recepción que subiría. Tocó la puerta. Le abrí. El jefe de mi esposo estaba en la habitación, atrás de la salita de estar. Quien llegó era un señor de poco más de 40 años, quizás 45. De saco y corbata, con unos lentes que se me hacían muy caros. Delgado y muy bien afeitado y peinado. Seguramente un funcionario de alguna empresa o del gobierno. Me saludó con todo respeto. Me trataba de señorita y de usted.
    
    Como no sabía mucho que hacer, lo traté también de usted. Antes que se lo pida, me dio el dinero y el equivalente a 20 dólares más. En total casi 50. Le dije que era menos, pero me respondió que era “por el servicio especial”.
    
    Pasamos a la habitación. Se desvistió sin que se lo pida. Hice lo mismo. Aunque sólo tenía un baby doll que le había pedido a mi esposo que me compre y que estrenaba ese día.
    
    Cuando él estuvo desnudo me di cuenta que su pene era pequeñísimo, incluso más que el de mi esposo. No supe si alegrarme o entristecerme en ese momento. Mi primer “cliente” y me tocaba alguien así. Intenté no mostrar lo que sentía y creo que lo logré.
    
    Me acosté en la cama y le pedí que se acostara a mi lado. Lo hizo. Me beso ...
    ... la mejilla y con temor en sus palabras me preguntó si “podía lamerme abajo”. Le dije que sí, que había pagado para eso.
    
    No encuentro palabras para describir lo que me hizo. Ni antes ni después y seguro nunca alguien me hará el sexo oral como él. Que genio increíble. Usaba sus labios, su lengua, sus dientes. Desde que bajó sentí que todo iba a ser diferente. Me hizo llegar 4 veces en poco más de 30 interminables minutos, cada uno de ellos gimiendo de placer. El tipo era un genio. Paro un instante y me dijo “señorita si le doy el doble, ¿me deja lamerle el culo?”
    
    Si me lo pedía gratis lo dejaba. Pero acepté. Se levantó. Sacó de su ropa el dinero y lo dejo sobre el velador. Mientras tanto, me puse boca abajo. Me deje hacer. No intervine para nada. Él separó mis nalgas y me hizo volar. Llegué tres veces más sólo con su lengua, sus dientes, sus labios, su nariz y sus resoplidos. Si bien se concentraba en mi culito, por instantes su lengua llegaba hasta mi vagina, haciéndome sentir realmente increíble.
    
    Hasta ahora no entiendo cómo pude gozar tanto de esa manera. Fue para mí, increíble y perfecto. Era mi primer “cliente” y era yo quien gozaba. Creo que mejor imposible. Cuando se cumplió la hora, se levantó. Se lavó la cara en el baño. Salió se vistió y se fue. Me dijo al partir “muchas gracias señorita, estuvo todo muy agradable”.
    
    Me quedé exhausta y tirada en la cama. Mi segundo (y último) “cliente” fue muy distinto. 
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